CDMX.- Recuerdo que cuando lo vi por primera vez, alentado por los compañeros de la primaria, lo odié. Se me hizo sin gracia, siempre con los mismos chistes, queriendo ser un gran cantante con su Pillín odioso. De hecho, me identifiqué con los personajes de mi cómic favorito Chanoc, que también lo detestaban e incluso denunciaban su canción Un Día Con Mamá como perniciosa para la infancia. Lo único que me gustaba de su programa era la orquesta de Lázaro Salazar, que conocía por la canción del Cinco De Mayo.
Luego…..me lo tuve que soplar durante miles y miles de horas cantando en las bocinas del Salon Infantil Monsters Kids – Jardin Balbuena, donde sus LPs fueron parte obligada del repertorio desde 1982 hasta iniciados los 90, cuando magnetos y garibaldis lo suplantaron. Y alguna vez lo vi, contratado para amenizar una fiesta.
Pero esas horas y horas de escucharlo me hicieron caer en cuenta que sus letras no eran tan desafortunadas y aunque no era un milagro en el circo, tenía algo que muchos carecen: era verdaderamente auténtico. Sentía lo que cantaba y lo transmitía.
Hoy que nos deja…. siento que ese infante malcriado que fui pierde un amigo que nunca lo fue, pero que estuvo siempre presente.
Adiós Cepillín. Te vas al cielo más flaquito que un violín, después de divertirnos con amor tocando un poco tu acordeón.
Y eso sí: nadie te podrá quitar el hecho que la mejor versión de Las Mañanitas jamás interpretada es la tuya. Y seguirá sonando en nuestros cumpleaños per saecula saeculorum. (Salvador Quiauhtlazollin)
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