Declaración Universal de Derechos Humanos.
Por: Araceli Saucedo Reyes
Todas y todos tenemos los mismos derechos, tenemos el mismo derecho a disfrutar y gozar de nuestros derechos humanos, vivir y desarrollarnos sin discriminación.
Las Naciones Unidas han aprobado diversos tratados y acuerdos internacionales de derechos humanos vinculantes jurídicamente, como la Convención sobre los Derechos del Niño, que han servido para el análisis y la aplicación de los derechos humanos, y que han adquirido el carácter de obligaciones para los Estados que los han adoptado.
Los Derechos Humanos de niñas, niños y adolescentes los tenemos previstos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, en el Estado contamos con una Ley los Derechos de niñas, niños y adolescentes, donde se han reconocido una diversidad de derechos, tales como el derecho a la vida, a la supervivencia y el desarrollo, a la identidad, a vivir en familia, a la igualdad sustantiva, derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral, a una vida libre de violencia y a la integridad personal, a la protección de la salud, a la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad, a la libertad de expresión, a la intimidad, derecho a la seguridad jurídica y al debido proceso, se han reconocido los derechos de niñas, niños y adolescentes migrantes, y así podríamos seguir enunciando más derechos reconocidos, en cada uno de estos ordenamientos jurídicos.
Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos y luchas por lograr una legislación que los reconozca, proteja y defienda, México sigue ocupando los primeros lugares de violencia infantil, los datos institucionales que se han informado dejan al descubierto el gran incremento de acciones como el ciberacoso, el bullying fuera y dentro de las instituciones educativas, la violencia física y psicológica, violencia sexual, problemas graves que continúan vulnerando los derechos de las niñas y los niños.
A más de 60 años que se inició con la lucha por el reconocimiento de los derechos de las niñas, niños y adolescentes con la “Declaración Universal de los Derechos del Niño”, seguimos en deuda con ellos y a pesar de todos los esfuerzos, no se ha podido erradicar este mal social.
Es evidente que estamos viviendo un verdadero problema, ¿Qué estamos haciendo nosotros como sociedad?. Es necesario que como padres de familia, desde nuestros hogares eduquemos para prevenir comportamientos antisociales y agresivos, debemos enseñarlos a escuchar, comprender, entender, a ser compasivos ante el dolor de los demás, enseñarles a detectar los diferentes tipos de violencia, esta tarea de ayudar a nuestros hijos a desarrollar su capacidad de protección comienza en casa desde su nacimiento.
En nuestras manos está protegerlos, si nos mantenemos alertas, podremos cambiar su realidad y brindarles mayores oportunidades.
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