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TENÍA QUE SER UN LOCO COMO YO

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(Un homenaje a un gran maestro musical: Armando Manzanero)

Raúl Adalid Sainz

La voz y la letra de Yucatán para el mundo cerró de repente el cuaderno pautado. Ya mucho ser de vida nos había dejado ese gran maestro llamado Armando Manzanero. Es que el tierno romance que se abrió con ese sabio amoroso esparció su canto para abrirnos enteros al amor. Una canción del maestro es abrir la maleta de todos los secretos amorosos. Es decirnos con valor que somos capaces de sentir e interpretar ese más bello estallido que es el amor. “Es que mi vida entre tú y yo no hay nada personal, y sin embargo duermo entre mis sábanas soñando con tu amor”.

Don Armando usted me volvió loco apagando la luz para pensar en ella, o simplemente me hizo verla en una tarde que vi llover. Cada canción es una gota de mi sangre, o un furtivo beso por debajo de la mesa.

Manzanero fue ese canta-autor que a finales de los sesentas irrumpió con ese su primer disco amoroso con el que dijo aquí estoy. Era la época de “Los Beatles”, de los “Rolling Stones”, y ese trovador de Yucatán pegó en todos los sentidos emotivos de los mexicanos. Y de ahí para el mundo. Era demasiado su talento para quedar silenciado por los genios musicales de la era del rock. He ahí el enorme mérito de este compositor. Ese primer disco (“De mi Amor para mi Amor”) donde escuchamos: “Adoro”, “Contigo Aprendí”, “No”, “Aquel Señor”, “Mía”, “El Ciego”, “Felicidad”, “Voy a Apagar la Luz” o “Esta Tarde vi Llover”.

Grandes voces lo interpretaron, pero yo recuerdo en especial a Carlos Lico con “No” y “Adoro”. Cómo olvidar al gran, “Príncipe de la Canción”, José José cantando “Cosas Imposibles”, “Te Extraño” y “Tonto”. Pero no olvido a Manoella Torres cantando “A la que Vive Contigo”, o a Dulce cantando en el “Festival de Palma de Mallorca”, “Señor Amor”; y qué decir de Robertico Carlos cantando “Yo te Recuerdo”. No olvido al grupo “Tabasco”, aquel donde cantaba Lila Deneken, interpretando la bella y sentida “De ti, para mí”, sin olvidar aquel momento más oscuro viviendo el dueto que hicieron Lolita y Manzanero cantando “Somos Novios”.

Cuántas canciones maestro, cuántas historias nos hizo vivir con sus canciones. Y es que un gran compositor sabe tocar las emociones de los seres siendo verdadero, abriendo la piel de las vivencias para regalarnos espejos de vida. Manzanero es la calle en que nos vimos, la noche en que nos conocimos, es decir contigo aprendí el día que te conocí, es deletrear que adoro la seda de tus manos, es cantar que eres mía, aunque con otros contemples la noche.

Armando Manzanero es la tradición de la trova yucateca, es la senda que pervive la ruta trazada por Palmerín, Guty Cárdenas o el subyugo de las canciones de Luis Demetrio. Un hijo del mayab para el mundo. Un referente para los compositores y cantantes del romanticismo, un eco que se esparció por muchos países del mundo. Un ídolo en Cuba, en Perú, en Colombia, en Uruguay, en Argentina, en Puerto Rico, en España.

Mi querido señor del piano, hoy en su adiós lo he vivido en serio. Recordando, siendo muy niño, esa carátula de aquel su primer disco, ese llamado: “A mi amor, con mi amor”, donde la felicidad parece decirme que el sol tiene más esplendor y que al mismo cielo lo miro con otro color, nada es nuevo sólo que te conocí.

Hoy 28 de diciembre de 2020, se va uno de los más grandes compositores de México. Una fuente inagotable de pasión, por eso salud, salud querido Armando Maanzanero.

Texto, Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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