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Apuntes sobre el Panteón Municipal “San Juan Evangelista”, antiguo cementerio de la prefectura

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Luego de la fundación hispana, distribuidos los nativos en sus respectivos barrios, el misionero franciscano Fray Juan de San Miguel instruyó la construcción de nueve capillas, correspondientes a cada uno de dichos barrios: San Miguel, San Francisco, La Magdalena, La Trinidad, San Juan Evangelista, San Pedro, Santiago, Los Reyes y San Juan Bautista.

Hasta principios del siglo XVIII, de las capillas de los nueve barrios, siete estaban dedicadas al culto, pues la de San Juan Evangelista se hallaba en ruinas, y la de Los Reyes desapareció ya que sus pobladores emigraron a otro lugar, al parecer al poblado de San Lorenzo.
Cada capilla tenía al frente de su entrada un amplio lugar donde estaba el cementerio, mismo que desde entonces y hasta finales del siglo XIX diera santa sepultura a los que fallecían en el respectivo barrio.
Fue entonces cuando la prefectura de Uruapan resolvió adquirir una propiedad amplia para destinarlo como Panteón Municipal de la Prefectura, ya que en esa época la ciudad estaba en pleno progreso ante la llegada del telégrafo, la rehabilitación del centro histórico y sus portales, y parianes. Contaba con fábricas de hilados y textiles, en fin Uruapan estaba llegando a la modernidad que ofrecía la etapa porfirista.
Justamente, para tal fin en septiembre de 1890 el gobierno en turno compró a don Agustín Tapia un terreno de once mil doscientas varas cuadradas, siendo su costo de $ 300.00 (Trescientos pesos Moneda Nacional).
Un año más tarde, a finales de septiembre de 1891, en una ceremonia muy sencilla se dio la apertura al cementerio donde asistieron las autoridades de la prefectura y pobladores.
El lugar escogido como Panteón Municipal fue el segundo cuartel, hacia el sur del centro de la población, en aquella época la población estaba dividida en cuatro cuarteles, situados hacia los lados cardinales.
Efectivamente, se ubicó en el área del Barrio de San Juan Evangelista. Colindaba por el oriente con la octava calle del Cupatitzio, por la antigua salida a Tancítaro, llamado camino de Herradura (hoy Primo Verdad) y por el poniente, huertas particulares.
Así, a partir de su estreno las personas sepultadas serían ciudadanos de todas las clases sociales que vivieran en cada uno de los barrios y centro de la prefectura o cabecera del distrito de Uruapan.
Dicho terreno poco a poco fue extendiéndose a la superficie que hoy ocupa, ciertamente don Manuel Martínez Mercado en la segunda década del siglo XX, vendió un terreno contiguo al municipio y así creció más la extensión del cementerio público como se le conociera en aquellos años.
Durante décadas el camposanto a pesar del incremento de tumbas, no tuvo mejorías ni obras de gran relevancia, salvo arreglos y ordenamiento de los caminos y andadores.
Fue el gobierno de Carlos Barragán Sánchez (1966-1968) el que buscaba llevar al progreso a un pueblo con muchas necesidades materiales.
En efecto, el 21 de octubre de 1967, el gobernador del estado, Agustín Arriaga Rivera, luego de asistir a la ceremonia luctuosa para recordar a los 5 republicanos fusilados el 21 de octubre de 1865; en su agenda, acompañado de las autoridades locales, vino a reinaugurar el lugar con la construcción de la fachada y escalinata que tiene en su entrada, dando una mejor imagen al antiguo panteón municipal.
Cabe agregar que la obra hecha en el panteón municipal tuvo un costo de 580 mil pesos, fue para el bardeado poniente y la portada de la entrada así como el descanso de las tumbas y las oficinas administrativas.
Con el paso de los años, el panteón municipal, llamado “antiguo cementerio” ha tenido dificultades ante la gran cantidad de personas que fallecen anualmente.
Hoy se registran aproximadamente 30 mil tumbas, distribuidas en alrededor de siete hectáreas, pero debido a que cada tumba podría tener restos de hasta tres personas cada una, el número de restos sería superior al de los espacios.
Como referencia a partir del 2011 ya no se reciben más cuerpos y solo son sepultados los familiares de quienes cuentan con una perpetuidad.
Para este año, el panteón San Juan Evangelista debido a la contingencia no pudo recibir a los más de 50 mil visitantes que concurren durante estos días por la celebración de Día de Muertos. Esperemos que el año entrante destaque la presencia de familias que vienen de diversos lugares y de esta misma ciudad para visitar a sus seres queridos que se encuentran sepultados en el panteón local del vergel michoacano./ Texto e investigación: Sergio Ramos Chávez, Cronista de la ciudad.

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