Hablar con nuestros muertos. Perecería un cuento de ciencia ficción, pero no lo es. Somos de las pocas culturas que conservamos la tradición de rendirnos a sus pies al menos durante dos días. De escuchar ecos que provienen de un pasado oscuro enraizado en el dolor y la ausencia.
Yo no pongo ofrenda, tampoco voy al panteón, pero vaya que hablo con mis muertos estos dos días.
Creo que eso es lo importante: seguir el verso claro de Quevedo desde la torre y conversar con los muertos.
Pongan ustedes que hablo más.
Con mis muertos.
Y ellos me escuchan.
Tanta es su sabiduría, me aconsejan, me dicen cómo andan las cosas por un camino que alegres recorreremos algún día.
Parecería un cuento de ciencia ficción, pero no lo es.
Texto, Oscar Garduño, escritor.
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