* El artista michoacano Alfredo Zalce fue fundador del plantel con el apoyo de su discípulo Manuel Pérez Coronado, quien después establecería su propio taller. A la fecha la comunidad artística está en deuda con Zalce, por ser el primer impulsor del arte en nuestra ciudad.
Desde el año de 1947 las oficinas de la Comisión del Río del Tepalcatepec ya se encontraban ubicadas en Uruapan, siendo su Vocal Ejecutivo de la dependencia federal, el General Lázaro Cárdenas del Río.
Los trabajos emprendidos por la Comisión resultaron muy benéficos primordialmente en el desarrollo social, económico, educativo, en vías de comunicación, caminos y de salud; de toda la zona que abarcaba tal organismo, incluyendo, por supuesto, el municipio de Uruapan.
En ese entonces, a propuesta del Vocal de la Comisión y a sugerencia de algunos colaboradores suyos, se planeaba crear en Uruapan un centro escolar dirigido a la juventud de la localidad donde se fomentara el estudio teórico-práctico de las distintas manifestaciones artísticas, que en cuanto a su estructura y organigrama, fuera similar a los que entonces existían en México y otras ciudades, dependientes de la Secretaría de Educación Pública.
De acuerdo al testimonio oral del maestro Alfonso Villanueva Manzo (entrevistado en abril de 2009), fue en México donde Cárdenas sostuvo una entrevista con el grabador michoacano Alfredo Zalce García (Pátzcuaro, 1908-Morelia 2003), «a fin de invitarlo a trabajar en Uruapan para ocupar el cargo de director de una escuela de arte y pintura que la Comisión pretendía establecer, a través de las Misiones Culturales, pretendiendo ser un espacio para el fomento artístico y el rescate de futuros talentos».
Justamente el Vocal Ejecutivo giró instrucciones al profesor Roberto Reyes Pérez, uno de sus más cercanos colaboradores y encomendado de los asuntos culturales de la Comisión; para que le diera seguimiento al proyecto de la escuela, mantuviera un diálogo abierto con el futuro director y se encargara de los gastos que se originaran.
Después de varias entrevistas, Reyes Pérez le informó a Cárdenas que Zalce, a quien conociera hacía tiempo atrás, en la famosa Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR); había aceptado la dirección del plantel, pues, además, de ser una forma de estar más cerca de su tierra, el proyecto al parecer era muy ambicioso y con gran futuro para su preparación personal, curricular y de trayectoria artística.
Sobre el año en que arrancó el proyecto, en «Se llamó Lázaro Cárdenas» (Centro de Estudios de la Revolución Mexicana A.C., Grijalbo, segunda edición, México, 2005) Zalce recuerda:
“En 1948 yo trabajaba en la organización de una escuela de pintura y grabado que formaba parte del proyecto Tepalcatepec que, en Michoacán, dirigía el General Lázaro Cárdenas…».
Lo anterior coincide con la tercera y última parte de la entrevista publicada el 11 de mayo de 1996, en “La Voz de Michoacán”, que Leopoldo González Quintana hace al artista y escultor patzcuarense, al preguntarle:
“-Maestro, ¿cómo ocurrió su regreso a su estado natal?”
“Fue en 1948, después de haber terminado el último grabado que hice en el Distrito Federal llamado México se convierte en una gran ciudad. Resulta que el general Cárdenas quería hacer una escuela en la ciudad de Uruapan, con la ayuda de un pintor michoacano. Un amigo –profesor Roberto Reyes Pérez- que trabajaba con él, me ofreció la honrosa distinción, y me vine a Uruapan, Manuel Pérez Coronado (Mapeco), quien desde dos años atrás venía siendo mi alumno en la Academia de San Carlos, se vino conmigo a su tierra y fue uno de mis ayudantes en la realización de esas y otras obras”.
En este sentido, hay que precisar que no fue sino hasta 1949, cuando Zalce comenzaría el proyecto educativo, primero en su tipo en la historia de la plástica de la región.
Referente a la iniciativa para fundar el taller artístico, el profesor José María Paredes Mendoza (+), otro conocido cronista de la ciudad de Uruapan, afirma en «Uruapan en la Cultura» (Uruapan, 1986); que más bien Reyes Pérez fue el de la idea de escoger a Alfredo Zalce para que se encargara de la dirección del centro escolar que estaba por establecerse y que el propio Cárdenas sólo concedió su aprobación.
Un valioso documento, el «Álbum de Grabados del Taller J. Guadalupe Posada», impreso en Uruapan, en noviembre de 1955, nos permite comprender la investigación muy valiosa, entre la cual se descubren los aspectos relativos al año en que se fundó el taller donde Zalce fungiría como director.
Es Manuel Pérez Coronado, el que se describe su arribo a Uruapan, en dicho documento:
«En el año de 1949, llegó el maestro Zalce a esta ciudad, con las miras de establecer un Taller-Escuela de Artes Plásticas, invitado por el señor profesor Roberto Reyes Pérez, encargado en aquel entonces, como ahora (1955), de las cuestiones educativas de la Cuenca del Tepalcatepec».
Pero, eso no es todo. Igualmente se dispone de una referencia más de Mapeco donde encontramos noticias del taller que Zalce habría de asumir bajo su dirección.
En otras palabras, existen fundamentos para definir que es a partir de 1948 cuando se realizan las primeras pláticas en vías de consolidar el proyecto escolar y que, en 1949, es cuando precisamente surgen grandes expectativas para el arte en Uruapan.
Hay noticias muy relevantes que, sin duda, definen el origen de la plástica moderna en Uruapan, y que se encuentran en «Golondrina» y «Reflejos Estudiantiles», publicados a mediados de 1948, siendo impresos que buscaban promover las manifestaciones intelectuales y de arte, entre el estudiantado de la localidad.
En ambos medios se encuentra Mapeco como responsable de las publicaciones, contando como colaboradores a Luis Hernández Pacheco, Manuel Vega García y el profesor y poeta Juan Martínez Figueroa.
Un testimonio atribuido a Mapeco que apareció en “Golondrina”, se incluye en el libro póstumo del Dr. Arturo Pérez Coronado, titulado: «La Intensidad de la Llama», dado a la luz pública a finales de 2010 con el patrocinio de la Iniciativa Privada y el Consejo Ciudadano de Cultura de Uruapan (Cocidecur).
Por su valor histórico transcribimos la noticia escrita por Mapeco, referente a la escuela:
«El Arte Brilla en Nuestra Provincia. Estamos a un paso de tener en nuestras manos una gran oportunidad, la de tener los instrumentos para realizar una obra magna, justificada, que antes no se había podido presentar. El arte en su extensión, un arte grandioso engendrado por un enorme sentimiento que sea flor y fruto de una de las más altas manifestaciones de la vida.
Y abunda:
“Podemos asegurar que este proyecto es una realidad, ya que no existe obstáculo mayor que se interponga a esta cristalización. Realidad decimos, porque ya están entre nosotros dos grandes valores del arte nacional, que están dispuestos con mucho entusiasmo a emprender esta obra tan meritoria y laboriosa, que consiste en crear y dirigir un taller escuela donde se trabaje la técnica del grabado, el arte de la escultura y la pintura, los artistas son: el discutido y conocido grabador mexicano Alfredo Zalce y el gran escultor mexicano Francisco Zúñiga, quienes son maestros de la Escuela Nacional de Bellas Artes.
“Los primeros y más difíciles pasos ya se están dando. El profesor Roberto Reyes Pérez, representante del sector educativo de la Cuenca de Tepalcatepec, ha sido el entusiasta animador de esta causa que tendrá como misión objetiva hacer obra social y consecuentemente cultural.
Ahora ya está presente aquí la oportunidad que esperaban tantos jóvenes de nobles sentimientos y aspiraciones extraordinarias; para esto sólo es necesario llevar consigo bien asegurados el amor propio, la voluntad y la constancia”.
Más tarde, en este mismo sentido, gracias al hallazgo de una nota publicada en el semanario local «Crítica», en su edición número 400, 16 de julio de 1949, se puede reafirmar y esclarecer que, para esta fecha, ya estaba por inaugurarse el taller-escuela de Zalce:
«Tendremos una escuela de Artes Plásticas. Dado el esfuerzo que viene desarrollando, en esta ciudad, la «Misión Cultural» jefaturada por la maestra Concha Michel. Es un hecho plausible por todos los conceptos, el establecimiento formal de una Escuela de Artes Plásticas, que estará bajo la atinada dirección del eminente pintor, profesor Alfredo Zalce, quien, en una forma desinteresada, trata de impulsar en esta región, la enseñanza en general de las Bellas Artes”.
“En este centro educativo, en donde se dará albergue a la juventud comprendida entre los quince y los veinte años…Se hacen activas gestiones para una finca ad-hoc, habiéndose fijado ya, en la que se encuentra ubicada en la primera calle de California, Colonia Ramón Farías, están de plácemes por el hecho singular de que la finca en cuestión es destinada actualmente para cosa Non Santa, por lo que una vez transformada en un templo del saber, cesarán, en consecuencia, el sinnúmero de escándalos que por una razón muy natural, persistentemente siembran el pavor del vecindario”, se detalla.
“Con esta labor de intensificar la cultura popular en nuestro medio, que es del todo benéfica, tanto el Comité Cultural de Uruapan, que preside el señor Carlos Marín López, como los vecinos de la Colonia Farías, nos han manifestado que insistirán ante las autoridades municipales y de educación para que no cesen en su intento de adquirir el local ya mencionado».
Conviene aclarar que al final, a pesar de las grandes esperanzas que había para el plantel educativo, la escuela funcionó muy poco tiempo; sin embargo, fue el primer centro escolar formal de arte que se fundó en la historia de Uruapan.
Y es que el entusiasmo del maestro Zalce fue tal que, contando con grandes posibilidades de proyectar su obra a pasos agigantados en la capital mexicana y el extranjero, decidió trasladarse al vergel michoacano, e invitar, a su vez, a su alumno de pintura Mapeco, para que formara parte del proyecto surgido bajo la supervisión de Misiones Culturales.
Dicho sea de paso, para entonces Zalce era un artista reconocido, de extraordinarios méritos. Ya había sido profesor de pintura en la capital metropolitana y en algunas escuelas dependientes de la Secretaría de Educación.
Incluso, en la entrevista concedida a González Quintana manifiesta que fue ese 1948, cuando Fernando Gamboa, coordinador del Decorado Artístico del Centro Médico Nacional, le solicitó que “le hiciera el diseño de las esculturas. Fueron las primeras que hice en mi vida”.
No está por demás dar a conocer una opinión de un crítico de arte que nos habla en relación a su personalidad creativa.
En la revista “Vivienda”, número 10, mayo de 1948, según refería Enrique F. Gual: «sus dibujos, grabados y litografías en proporción son de soberbia calidad; es uno de los artistas jóvenes de México de excelentes cualidades e impresión manifiesta de arte».
Sobre una exposición realizada en la Sala de la Estampa, del Museo Nacional de Artes Plásticas, en febrero de 1948, Gual advierte:
«Del primero al último grabado -y en las distintas técnicas expuestas- el artista no cede un ápice en la obtención de valores. Cada uno de ellos equivale a una magnífica obra, expresada en un mismo nivel técnico, excelente».
La crítica es elogiosa para el artista michoacano, al expresar que su trabajo es emotivo, «su espíritu está plasmado en los trazos. Es un buen grabador y está comprometido con el significado social del arte: se inclina a estudiar las radiografías populares en que prevalece el dolor, y la protesta y que, a lo sumo, brinda la única satisfacción del deber cumplido, un deber de artista para con sus desvalidos semejantes».
Concluye el crítico de arte que Zalce «es un artista que en todos sus temas expresa el mismo punto de partida humano, y como nada falso exige en él, todo lo que realiza se empeña de la misma calidad, que insistimos, es extraordinaria».
Por otro lado, en Uruapan la primera «Escuela Popular de Arte» -como oficialmente se llamó- como grandes esperanzas, abrió sus puertas al estudiantado del pueblo provinciano, siendo su director fundador el mismo Zalce; y conforme explica en sus memorias, un alumno de Mapeco, nos referimos a Francisco Moreno Duarte, el centro del saber artístico se ubicó en otro lugar del que se había escogido:
«No se estableció donde originalmente se planeaba, sino en la Avenida Francisco Sarabia, cerca de la glorieta donde está el monumento al General Lázaro Cárdenas».
Un detalle interesante sobre el nombre del plantel, es que el trabajo realizado en la que sería la primera escuela de artes en Uruapan en el siglo XX, se firmaba como «Taller de Artes Plásticas» y en otras ocasiones como: «Escuela Popular de Arte».
Vale la pena añadir que el plantel, de acuerdo a lo convenido, sería auspiciado y los gastos correrían a cargo de la Comisión del Tepalcatepec.
Sin embargo, Villanueva Manzo asevera que «hasta Zalce tuvo que poner de su dinero para el sustento del taller», y que «para sobrevivir en la escuela se dedicaba, junto con sus alumnos, a hacer carteles, propaganda comercial y trabajos particulares».
Y es que la realidad de las cosas fue que pasaron unos meses de haberse establecido y los recursos prometidos por el gobierno federal, por conducto de la Comisión del Tepalcatepec, no llegaban, lo que desesperaba a Zalce y a sus alumnos.
A propósito, al parecer no existe la lista o el número de alumnos que ingresaron a la escuela de Zalce, pues no se cuentan con documentos que nos apoyen en este sentido. Por esas circunstancias han quedado perdidos los nombres de aquellos pequeños y jóvenes uruapenses y de la región que ingresaron al primer taller de grabado y pintura que habría de fundarse en el vergel michoacano.
El poco éxito de la escuela tiene una triste justificante, ya que como suele pasar –y sigue ocurriendo-, los proyectos culturales de reciente creación, los innovadores y revolucionarios, los que dependen económicamente de las decisiones gubernamentales -desde aquella época y hasta la fecha-, en múltiples ocasiones son truncados por la insensibilidad que aquellos funcionarios que tienen en sus manos la decisión de apoyar las nobles iniciativas de los creadores, ejemplos sobran, ¡Uruapan no es la diferencia! por eso los talentos se pierden o se olvidad de fomentar la cultura y el arte.
Así le pasó a Zalce quién en gran medida, con toda su voluntad, aportó tiempo, dinero, conocimiento y esfuerzo para una noble causa: el estudio y aprendizaje del arte dirigido a la niñez y juventud de Uruapan.
Aunque, como era de esperarse, cuando se quedó sin su capital y no dispuso de los recursos económicos mínimos para los gastos primordiales del taller, decidió concluir el proyecto de la Comisión del Tepalcatepec y buscar nuevos horizontes.
Nuevamente, su discípulo Mapeco, en uno de sus escritos citados en Comentarios, (edición 17 de diciembre de 1968) comenta al respecto:
«No sé por qué circunstancias no se pudo establecer bien la escuela, y el maestro se prefirió ir a Morelia».
Incluso ante la proximidad de las fiestas patrias de aquél 1949, Mapeco reclamaba la indiferencia de las autoridades locales, quienes también habían prometido un respaldo económico destinado a la novel escuela: «de una cosa sí me pude enterar; ese año se gastó más en un carro alegórico que el presupuesto necesario para la construcción del pequeño local para el arte».
En resumen, con todo y su trayectoria artística, la estadía de Zalce en Uruapan habría de ser más breve de lo que él mismo esperaba.
Pero debemos aclarar y reconocer que el antecedente del origen de la plástica ahí se encuentra, bien debe decirse una y otra vez que gracias a la participación de Zalce en el proyecto educativo de 1949-1950, Uruapan a partir de entonces, comenzó a tener prestigio regional e incluso nacional en cuanto a la producción plástica y de escultura que se tiene desde hace décadas, a pesar de la poca difusión que se le ha otorgado.
Hay que aclarar que, aún en el breve tiempo que estuvo en servicio el «Taller de Artes Plásticas», éste logró nobles frutos, pues a pesar del mínimo interés del gobierno y la falta de promoción del plantel, el pintor michoacano y sus pupilos elaboraron obra en grabado y pintura, según lo señala Villanueva Manzo.
Por ejemplo, en esa corta época Zalce realizó un magnífico retrato a Benito Juárez y un mural en el interior del Hospital Civil de Uruapan «Dr. J. Jesús Silva», recién inaugurado (en agosto de 1951), en el cual aparece un detalle del antiguo Hospital de Indios de Uruapan, mejor conocido como Huatapera, además la figura del misionero franciscano, a quien se le atribuye la fundación hispánica de Uruapan en 1533, Fray Juan de San Miguel, junto con varios indígenas del antiguo pueblo de origen purépecha: Uruapan.
Para concluir, la escuela duró aproximadamente un año, pero a pesar de su efímera existencia, el «Proyecto Zalce», y donde Mapeco había sido invitado a colaborar, se convertiría en el verdadero cimiento de las artes plásticas en Uruapan; al ser 1948, el año de los preparativos para la creación del taller; el siguiente, o sea 1949, el año del nacimiento de la plástica y el grabado en Uruapan y a mediados de 1950 cuando concluye sus actividades de enseñanza “la escuela de Zalce”.
Por cierto, el doctor Pérez Coronado (ex alcalde y diputado por el Distrito de Uruapan), sobre este punto, asegura en la obra citada en párrafos anteriores, que el maestro Zalce ya instalado en su taller de la Avenida Francisco Sarabia «le visitamos con frecuencia, y ahí fuimos enterados de su obra conociendo a sus extraordinarios amigos: el escritor Juan de la Cabada, Ignacio Aguirre, Erasmo Cortés y Pablo O´Higgings (…) todos ellos fueron fundadores del grupo denominado «Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), identificados plenamente con el movimiento revolucionario de Lázaro Cárdenas, durante los años 30´s.»
En seguida, agrega que por razones de las cuales no deseaba opinar, «Zalce dejó Uruapan en el año de 1950, trasladándose a Morelia, donde estableció su nuevo taller de la escuela Técnica Industrial Alvaro Obregón, edificio que ahora se conoce como Palacio Clavijero.
“Así, el maestro michoacano ocupó el cargo de Director de la Escuela Popular de Bellas artes, de la Universidad Michoacana”.
Al partir a Morelia, la escuela fue cerrada y con ello concluyó el primer paso, el más difícil, para el establecimiento de un centro escolar destinado al fomento del arte y la plástica, es muy seguro que la burocracia e indiferencia del gobierno federal, fueron la causa de la decisión tomada por el artista michoacano de abandonar el edén michoacano: Uruapan.
Pasarían tres años más para que arrancara y surgiera otro proyecto escolar en Uruapan a iniciativa del mismo Alfredo Zalce, y puesto en práctica por Mapeco, siendo el surgimiento de una escuela de arte, ¡la más brillante de su tiempo en todo Michoacán!, la cual habría de llamarse: Taller Escuela de Artes y Grabado “José Guadalupe Posada», la que tendría mejor futuro, fundada el 8 de agosto de 1953 y de donde surgirían artistas como Efraín Vargas Mata, Alfonso Villanueva Manzo, Gaspar Castro, Francisco Moreno Duarte, entre otros más.
Antes de concluir, así definía el maestro Zalce a Manuel Pérez Coronado, su discípulo:
“Manuel es un joven extraordinario, que aprende con gran facilidad las técnicas, es dinámico, pero tiene una virtud por encima de todos sus compañeros, que fueron mis alumnos en San Carlos y que a muchos de los que nos dedicamos a las artes plásticas –escribe- verifica, tiene facilidad de palabra, curiosidad cultural y una gran inquietud social”. (Alfredo Zalce, México, 1949).
El Taller Escuela de Artes y Grabado “José Guadalupe Posada» dirigido por Mapeco, es otra historia que contar, pendiente para la siguiente entrega (¡eso espero, saludos afectuosos!).
Texto, Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.
Comments