Un recuerdo: 4 años después, Brad Pitt ganó un Oscar, supuestamente anda con la joven modelo alemana Nicole Poturalski y tuvo un reencuentro virtual con Jennifer en la lectura de la película Fast Times at Ridgemont High de 1982, que se realizó en línea con el fin de recaudar fondos contra el coronavirus. Por si andaban con el pendiente.
20 de septiembre de 2016.
Querido Diario:
No cabe duda que la vida te da pequeñas satisfacciones. Hoy puedo decirte que mi existencia se ha conmovido, y no porque me dieran un nuevo papel en cine, una nueva serie de televisión o un trabajo modelando. Ya ves, querido diario, que últimamente no nos ha tocado ningún protagónico. No, lo que te quiero contar es que después de 12 años, la lagartona que se llevó a Brad se dio cuenta que en realidad me hizo un favor. Sí, ya sé que nuestra boda fue de ensueño, querido diario. Pero lo que también te había contado es lo que siguió después: Encontrarlo bien grifo en la sala, soportar sus gritos histéricos, descubrir los escondrijos de sus cochinas botellas…eso de verdad no se lo deseó a nadie. ¡Ah, y esa peste! Hasta después me enteré que tuvo que ser el director Eli Roth el que le dijo que usara toallas húmedas para higienizarse las axilas. Su hedor no compensa una boda con Village People.
Pero lo verdaderamente asqueroso, querido diario, fue que después de ponerme el cuerno y largarse con «esa», declaró que nuestro matrimonio era como vivir a la deriva. Eso no se lo aguantaría nadie con un poco de autoestima. La verdad, cuando se marchó me sentí tan resignada como cuando Eddie Fisher engañó a Debbie Reynolds con Elizabeth Taylor, en ese entonces la mujer más bella del mundo. A mí me habían burlado con la chica de los labios más turbadores, las piernas más bonitas, el talle de avispa…la diosa sexual del momento. Pero cuando este infeliz declaró eso, me sentí liberada. Allá él y la curvilínea loquita adicta a las adopciones. Y que se fueran al diablo todos los que se tragaron el cuento de hadas y hablaban de Brangelina como si se tratara de los semidioses que dictan el nuevo decálogo del milenio de la frivolidad. Sinceramente, querido diario, al alejarme sentí como si hubiera bebido el elixir de la eterna tranquilidad.
Y ya ves, querido diario, que a esa mancornadora le están pagando con la misma moneda. Oh la lá: La directora pretenciosilla tuvo sus dudas, contrató a un detective, cherchez la femme y voilá: la nueva amasia es nada menos que una francesita que seguro conoce al dedillo los deleites sensuales propios de la vieja Galia. Y todavía tiene piernas rellenitas, busto turgente y labios húmedos, no como la acabada y anoréxica madre de los hijos de mi ex, que a duras penas pudo cumplir casado en regla dos años.
¡Ay, querido diario, sé que hoy estoy en millones de memes y en boca de todos! Por supuesto, la gente chismosa me ve reivindicada. Pero no me siento así: Al final, como toda mujer que ha pasado por lo mismo, sé que realmente me zafé de la basura. Por eso, cuando los vi tan juntitos en esa ceremonia del Oscar donde tuve que mirarlos de frente, supe que estaba viendo cerrarse el círculo de la mentira, el disimulo y la apariencia. Finalmente, el que engaña no podrá jamás dejar de hacerlo, y la que propicia su adulterio cargará con la pesada cruz de ser crédula y pensar que se está llevando a la cama un tesorito, cuando lo único que hace es recoger el lodo más pútrido del drenaje. Y yo, querido diario, haré caso omiso a todo el revuelo que ahora hay alrededor, para seguir felizmente alejada de las miasmas pestíferas del caño.
Con todo el amor y la tranquilidad de tu amiga: Jennifer Aniston.
(Así las cosas, colaboración Salvador Quiauhtlazollin, CDMX).
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