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¿Es feliz el presidente?, he aquí lo que responde Ángel Dehesa

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CDMX.- Dice el conductor Angel Dehesa que “No es fácil ser AMLO”, en un interesante texto titulado: “El presidente infeliz”. Inicia su lectura con una visión interesante sobre el asunto al decir:”imagínense estar por casi dos décadas viviendo de comer yerba hervida de los camellones y agua de las fuentes (con 200 pesos en la cartera no alcanza para más), pensando que, una vez que lograra vivir en Palacio Nacional y tener la banda presidencial sobre su pijama, la felicidad llegaría a su vida”.
Según el autor del artículo por lo que él ha visto en este año y fracción de su gobierno, “el Licenciado Andy no está feliz”
Dicho de otro modo:
“Dicen los que saben, a los que probablemente AMLO nunca consultó a pesar de todo lo que habla sobre espiritualidad, que la felicidad no se encuentra en las cosas, ni en las otras personas, ni en los trabajos, sino en uno mismo y en la habilidad de estar bien en todas las circunstancias”.
O sea, “claro que estar bien no se refiere e vivir con la sonrisa Disney, ni conformándose con las dádivas de un gobierno que se las quiere hacer pasar a la gente como favores, cuando las está financiando con dinero ajeno (nuestro) y sin crear un modelo sostenible, sino uno que únicamente eterniza la necesidad de ser clientes del estado y no ciudadanos con voz y voto”, opina.
Más adelante acepta que en esta sociedad “estar bien no es aceptar sin chistar la palabra de alguien solo porque nos dice que “él es diferente” (si lo fuera no pediría obediencia y confianza ciega), ni tampoco renunciar a nuestro derecho a cooperar, vigilar, cuestionar y, si es necesario, disentir de las políticas y decisiones que toman los que, por su propia voluntad, tienen el mandato de gobernar este país tomando en cuenta la opinión de TODOS”.
Y así remata sus puntos de Germán Dehesa:
“AMLO no se mostraba feliz durante sus años de campaña y apeló a las emociones básicas de muchos mexicanos, algunas de ellas justificadas, para ser electo Presidente, con lo cual pensaba, quizá, alcanzar la felicidad, pero, por lo que nos deja ver en sus regaños mañaneros, en sus agresiones a quien no piensa como él y en su incapacidad de cambiar sus planes sin importar lo que la realidad le grita en la cara así feliz, feliz, feliz, pos no está.
“Ser feliz es un hábito que se cultiva, al igual que estar enojado y, como cualquier hábito, bueno o malo, es difícil de cambiar.
“Y se los dice alguien que hizo de la ira y el resentimiento una forma de vida durante años y que hoy intenta ser feliz cada día, porque es un acto consciente, que requiere voluntad y tiempo.
“Y lo hice porque, aunque la ira y el resentimiento pueden ser combustibles poderosos, acaban por reventar el motor de tus emociones y tu hígado y, sobre todo, te hacen tomar decisiones tercas y tontas, que te aíslan de los demás y te impiden tener una mente abierta y considerar que es posible equivocarse o que hay más de una manera de hacer las cosas.
“A mí me perjudicó mucho y me alejó de las personas que me querían y yo no tenía ni la responsabilidad de dirigir un país, ni el poder para mejorar o echar a perder la vida de millones de personas con mis actos.
Por eso, ojalá que Andrés Manuel se decida a ser feliz… pronto”. / Juan Barrientos Figueroa.

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