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“Morelia, la ciudad que conocí, la ciudad de piedra dorada y rosa”, Julián Marías

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Compartimos este valioso documento descriptivo de la Ciudad de la Cantera Rosa, Morelia, escrita por el destacado filósofo español Julián Marías, quien nos describe con gran solemnidad y romanticismo la ciudad que conoció en uno de sus viajes a esta bella ciudad colonial, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Julián Marías (Aguilera) fue un filósofo y ensayista español. Doctor en Filosofía por la Universidad de Madrid, fue uno de los discípulos más destacados de José Ortega y Gasset, maestro y amigo con quien fundó en 1948 el Instituto de Humanidades en Madrid.
Aquí su lectura:
“Morelia era ya hasta 1828 Valladolid –el nombre de mi ciudad natal española-. Es una de las ciudades más conmovedoras que he visto. Su piedra dorada y rosa, de tonos calientes; la paz activa y tensa de sus calles; las iglesias –Catedral del siglo XVII al XVIII, El Carmen, La Merced…-; los viejos edificios virreinales; las tapias que cierran sus huertos y jardines; todo me hacía sentir en un mundo pasado, pero todavía duraba, que no se había extinguido, que tenía espesor temporal y poso humano. Todo era actual, pero venía de lejos. Era Morelia, pero había sido antes, durante doscientos ochenta y siete años, desde que en 1541 la fundó el virrey Antonio de Mendoza, Valladolid.
“Esta Nueva España, como España es nueva, era nueva mejor dicho, cuando así se la llamó, pero era ya un México viejísimo, y ahora hasta como “Nueva España” es antigua, sabrosa, patinada, vivida por tantas generaciones que han alentado, sufrido, gozado, amado, luchado en sus tierras múltiples.
“Al andar, horas y horas, solo, por las calles de Morelia, fui absorbiendo el matiz de cada piedra, el verde de los árboles, el trajinar de las gentes, los puestos de comestibles en los soportales, frente a la Catedral, hasta llegar al Palacio de Gobierno, las trenzas negras de las muchachas, los viejos de pausado andar, los chiquillos alegres, creo que recorrí casi todas las calles de la ciudad, con todas las luces del día y de la noche -iluminada con faroles y los cohetes de las fiestas patrias-, y por algunos sitios pasé tantas veces, que en esa única jornada pude fingirme irreales “costumbres”. Y tenía la impresión de transitar hacia atrás y hacia adelante, en el tiempo como si pasara inesperadamente de Morelia a Valladolid y de Valladolid a Morelia; mejor dicho, a las varias ciudades de tales nombres que sean sucedido en cuatro siglos.
“Iglesias, más iglesias, conventos, mercados; casas recoletas y tranquilas; el viejísimo convento que fundó don Vasco de Quiroga antes que esas universidades que son las más antiguas de América (casi un siglo antes de Harvard); tiendas, talleres de esos pequeños oficios que me conmueven tanto. ¿Qué es Morelia? Una vida con formas: lo más difícil en Hispanoamérica, lo que hace maravilloso este Continente cuando se logra.
“Arboles, huertas, un gracioso acueducto del siglo XVIII -¡siempre el admirable siglo XVIII, EN España y en América!-;tierra, tierra en torno a la ciudad, tan urbana, Se siente una armonía que en otros lugares, se rompe hacia lo irreal y sin raíces y hacia lo rural que pesa sobre la ciudad y la embota y entorpece. Otra vez formas, formas de vida que entran por los ojos, que se pueden ver.

De: “Sobre Hispanoamérica: Con varias meditaciones argentinas”, Julián Marías, Editorial Emece, págs. 133-134, Buenos Aires 1973.

Selección del texto, Sergio Ramos Chávez.

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