Escuchando música, escribiendo estas letras locas, y repasando esas olas de curvas y contra curvas, de cimas y simas, de lágrimas y risas de aventuras y desventuras…es 31 de marzo, 11.59.
Marzo que me ganó tantas batallas, a un minuto de concluir y le gané la guerra. Me siento como el pescador que llega a la orilla con sus redes rebosantes de buena pesca. Comenzó con un viaje relámpago, no planificado, dicen que a veces los ríos de alguna manera buscan su cauce, aún con muchas turbulencias arremolinadas, sin embargo, cuando lo encuentra su remanso gira apacible.
Solo una preocupación invade y desasosiega esta paz interior es ese bicho maléfico que se nos quiere meter por la boca, la nariz, los ojos, nos cuidamos, estamos en una cuarentena voluntaria.
Veo a mis hijos y nietos a diario, por no decir varias veces al día por video cámara y esta mágica tecnología también me permite estar conectada con mis amigos cercanos. Todos ayudamos y eso me da tiempo para chatear con personas solas, que les hace falta compañía, y una conversación amena siempre es buena.
Mi casa es grande, no he tenido tiempo de aburrirme, entre las plantas, Lucy y Draky, mis perritas, y las largas sobremesas que se habían perdido en el tiempo.
Me reencontrado con maravillosas personas, he sentido su apoyo, cuando veo mensajería y me encuentro con ese ¡!vamos Guille, le vamos ganando a marzo ehehehehehe! Vuelvo a tener fe en la amistad, en la humanidad, que esta nos haga reflexionar, que nos necesitamos los unos con los otros, que un abrazo, un beso, no se compran.
Agradecer a todas las personas que están trabajando fuera del hogar cualquier sea su profesión u oficio desde el médico hasta el recolector de basura, muchas gracias. Quédate en casita, me cuidas, te cuido, nos cuidamos. / Guillermina Covarrubias Medina, escritora chilena.
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