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«El nueve nadie se mueve», es una iniciativa que surgió como una ola, que se ha convertido en un tsunami. A esta propuesta se han sumado mujeres de todos los sectores sociales, público y privado. Y es que, el descontento social contra los feminicidios, la violencia hacia las mujeres ya es un hartazgo. La inseguridad que no tiene género ha sido una bola de nieve que va creciendo día con día, sin ver una puerta de salida y esto nos afecta a todos, hombres y mujeres.
Este movimiento, “El nueve nadie se mueve”, es una voz que se levanta, un grito de auxilio, un grito que ha logrado mover conciencias, el grito más fuerte que hasta hoy se ha escuchado. Es el inicio del despertar de la “mujer dormida”. Es la esperanza de ser escuchadas y atendidas en nuestros derechos como mujeres. Movimiento que se viste de morado, mostrando la fuerza de su espíritu y la lucha por la dignidad humana.
No obstante, ¿qué pasará un día después?
Hasta el día de hoy, no se ha dejado escuchar cuál es el plan para un día después del paro nacional al que estamos convocadas todas las mujeres. Pues solo ser escuchadas en la inconformidad de un dolor no basta. Esta iniciativa debe de ser la punta de lanza, es decir, el inicio de un verdadero cambio en el país. Si no, solo se quedará en la historia como el día en que “las mujeres no se movieron”.
Considero que este puede ser un gran día y me gustaría que así fuera, donde finalmente llegó la hora de alzar la voz. Y como antaño, las mujeres alzaron la voz en busca de una igualdad de derechos civiles para el hombre y la mujer. Hoy las mujeres alzamos la voz, para que se hagan efectivos nuestros derechos a las garantías de seguridad física que constitucionalmente nos corresponden.
Este día no puede quedar sólo como un grito en el desierto, este día deben de parir las ideas que ayuden a implementar un cambio en la vida social de todos: hombres y mujeres.
Deben surgir grupos o asociaciones que agrupen a mujeres de todos los sectores, donde se analice la problemática por regiones y general, del marco territorial del país. Como en el siglo pasado, impulsar Congresos Feministas, que permitan el surgimiento de resoluciones que adquieran el carácter de proyectos que sean elevados a categoría de leyes. Y para tal objetivo, es decisiva la
participación de las mujeres que se encuentran ejerciendo cargos legislativos tanto en la cámara alta como en la cámara baja, así como en los congresos de los estados, pero también mujeres de otros sectores que puedan ser la voz de su género como parte o no del gobierno de México.
El Estado debe promover las reformas legales necesarias para que la mujer disfrute plenamente de las garantías que como ciudadana le corresponda, ante ello se ocupa plantear dichas reformas en los parlamentos. También, emplear las medidas y los medios necesarios para mantener la seguridad física de todas las mujeres. Tomando en cuenta que esto atañe a hombres y mujeres.
El Estado debe poner énfasis en las reformas educativas de manera general, pero debe poner mayor atención, de una forma más directa en sectores de grupos vulnerables donde las niñas, niños y los jóvenes lo necesitan, e involucrar fuertemente a los padres fortaleciendo el programa de “escuela para padres”.
El Estado debe regular e incitar a los medios de comunicación a que colaboren en estos cambios, regulando la tendencia de sus programas, tanto en la radio como en la televisión, redes sociales o cualquier medio digital, evitando el fomento a la violencia y cambiando esto por la promoción de la cultura y los valores que tanto necesitamos como sociedad.
También le corresponde al Estado, revisar y aplicar las garantías necesarias en el ámbito laboral y educativo para las mujeres, sin dejar de lado a los hombres, pues es urgente la eliminación de la discriminación, el racismo, el bullying, el acoso, el maltrato y más aun de la violencia física. Maltrato que reciben con mayor grado las mujeres, desde cualquier ámbito donde se encuentra y muchas veces va desde la propia casa, siguiendo por la escuela y terminando en el ámbito laboral.
Es urgente Inculcar a la mujer y al hombre elevados principios de moral, de humanidad y solidaridad, hacerle comprender la responsabilidad de sus actos, el bien por el bien mismo, el respeto, por el respeto mismo.
Nos corresponde a todos, sociedad y gobierno, orientar a las generaciones hacia una sociedad en donde predomine la armonía y la conciencia de los derechos y los deberes tanto a hombres como a mujeres. Regresar al fomento de las culturas como nuestras raíces, como nuestros valores espirituales.
Pues sólo el Estado que con responsabilidad cuida y prepara con educación a sus habitantes podra ser un pueblo libre y progresista.
Finalmente, tenemos la fe en que este suceso sea el primer paso para el cambio que necesita la sociedad mexicana. Únicamente nos queda decidirnos a trabajar de manera conjunta para que esto se dirija hacia un verdadero cambio.
Laura Ramos.
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