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1967: De cuando se apareció “La Virgen de la Cedrera”

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Los habitantes del pueblo de Uruapan recordamos un suceso de hace más cinco décadas, en el pleno gobierno de Carlos Barragán Sánchez, que causó bastante polémica, ya que en uno de los gigantes eucaliptos -de medida 8 m. de altura aproximadamente-, de la zona llamada “La Cedrera”, de la Estación de los Ferrocarriles Nacionales de México, pobladores aseguraban que había aparecido en una gruesa cáscara la figura de la Virgen, a la que los vecinos le empezaron a decir “La Virgen de la Cedrera”.
Tan pronto como se dio cuenta el vecindario, muchos creyentes de la clase humilde y también no creyentes iban diariamente a admirar o curiosear ese árbol de la alameda de los Ferrocarriles, hacia el oriente de la ciudad, el que se hizo muy famoso, ya que hasta hubo comentarios de milagros atribuidos a la imagen de la “virgencita del Tepeyac uruapense”.
La gente comenzó a dejar limosnas en objetos y hasta dinero, depositado en alcancías de madera puestas debajo del árbol y hubo quienes aprovecharon la fe cristiana de aquellos que devotamente dejaban unos centavos.
Por ejemplo, una persona juntaba todos los días lo recabado y se lo llevaba a una señora que vivía en la calle Durango, de la Colonia Ramón Farías.
Se rumoró que esa mujer ofrecía dinero a la policía “secreta” para que no la molestaran y no dijeran nada respecto a su apoderamiento del dinero recabado gracias a “La Virgen de la Cedrera”.
Se sabe que la aparición milagrosa fue cuando una niña al pasar por los gigantes de la Cedrera se detuvo en uno de ellos y vio la figura de la santísima.
Sin embargo, al poco tiempo hubo muchas opiniones, unos creían que si era verdad, otros que no, pero la concurrencia crecía. Es más, hasta unos comerciantes aprovecharon la situación y que ponen a la venta golosinas y frutas, naciendo un buen negocio, aunque no por mucho tiempo.
En un principio, las autoridades uruapenses, civiles y eclesiásticas, no dijeron nada de la venta y las limosnas depositadas, pero con el tiempo comenzaron a cambiar las cosas. Los habitantes reclamaban que “La Virgen de la Cedrera” fuera aceptada por la Diócesis correspondiente para que al igual que el Cristo de los Milagros de San Juan, se creara una capilla para la virgen. Todo quedó en un sueño.
Para variar, en Zamora, sede de la Diócesis, un presbítero local escribió un artículo en un semanario regional donde decía no aceptar la aparición de la santísima, mucho menos al citar que desde cinco tres atrás se rumoraba que en Uruapan ¡se había aparecido, no muy lejos de la Cedrera, en la Ramón Farías una imagen en un árbol de aguacate de la huerta de una señora! Esa vez según se había mirado a Un Sagrado Corazón de Jesús. Esto desanimó a gran cantidad de creyentes y por supuesto a la grey católica uruapense.
Sin embargo, el árbol donde se apareció la virgen fue visitado por muchos años, inclusive hasta que se estableciera un lugar de vivienda para colonos.
Pero de acuerdo con medios impresos de la época la aparición había sido una falsedad, y era tan sólo un negocio de vivales que buscaban aprovecharse de los creyentes de esta población e incluso de otros que venían procedentes de Taretan, Ziracuaretiro y Tingambato, ya que solían dejar limosnas a veces muy altas.
Recordando aquella época, la mayoría de los estudiantes de las preparatorias de la Universidad Michoacana, en especial los de la Lázaro Cárdenas se detenían con curiosidad más de una ocasión en el sitio donde supuestamente la tierna niña vio a la virgen.
La costumbre de ir a ver o llevarle algo a la santa se terminó ya a finales de los años 80´s del siglo pasado, y nunca más se supo sobre otra presencia divina, la creencia disminuyó y así el pueblo se quedó sin una imagen propia que adorar en Uruapan.
En conclusión, al no contar con el respaldo de los representantes de la iglesia local, con el tiempo la gente se olvidó de aquella aparición y “La Virgen de la Cedrera” al parecer sólo fue un espejismo creado por algunos pobladores abusivos.
De tal forma que jamás se habló de ella, salvo recuerdos personales, como el que nos comparte el estimado amigo Eduardo Luna quien rememora en una de sus lecturas los paseos por aquellos lugares, y de la virgen dice: “sólo recuerdo que al pasar por aquel camino (…) se veían a los pies de aquél frondoso cedro una cantidad inmensa de veladoras, colocadas ahí por los fieles católicos”.

Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.

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