Hoy habría que agregar interpretaciónes maravillosas: la de Joaquín Phoenix en «Joker», Scarlett Johansson en » Historias de un Matrimonio», así como Renée Zellweger en «Judy». Sin olvidar a Joe Pesci en el Irlandés, Adam Drive en » Historias de un Matrimonio», a Banderas en «Dolor y Gloria», y a Brad Pitt en » Érase una vez en Hollywood».
Hoy que estamos cerca de la ceremonia de Los «Oscares» a lo dizque mejor de la cinematografía (cabe aclarar que norteamericana y una que otra extranjera), uno recuerda los grandes retratos conseguidos por los maestros de la actuación.
Refiriéndome al cine del otro lado del «Bravo», recuerdo maravillosas interpretaciones, grandes rasgos humanos, emociones, detalles que eran y son pedazos de vida.
Comenzaré por el gran Brando, actor que significaba en signos psicofísicos verdades, sentires del hombre universal: Su gran «Stanley Kowalski» del «Tranvía Llamado Deseo», del director Elia Kazan, en adaptación al clásico teatral de Tennessee Williams. Su trabajo lleno de fuerza y vulnerabilidad en «Nido de Ratas», su gran caracterización italiana del gángster siciliano «Vito Corleone» en «El Padrino 1″ de Francis Ford Coppola. Cómo olvidar su extraño y transgresor rompedor de reglas,»Paul», ese dolor violento expresado sensualmente en «Ultimo Tango en París» de Bertolucci.¡Que actor por Dios!
Recuerdo el gran trabajo de Paul Newman en «El Veredicto». Un abogado alcohólico idealista que toma fuerza ante un caso casi perdido. En 1982 la academia le dio «El Oscar». Que decir del gran James Dean y su par de grandezas actorales en «Rebelde sin Causa» y en «Al Este del Paraíso». Eli Wallach y su inolvidable «Tuco» del «Bueno, El Malo y El Feo» de Sergio Leone.
Los grandes trabajos de caracterización de Dustin Hoffmann: «Midnight Cowboy» con su lisiado y enfermo «Ratso», gran mancuerna amalgamó con el vaquero John Voight. Su trabajo en «Papillon», en «Perros de Paja» de Sam Peckinpah, todos estos retratos fueron olvidados por la «rigurosa» academia. Hoffmann logró «El Oscar» con «Kramer vs Kramer». Nominado para ganar «El Oscar» por su gran trabajo travesti en «Tootsie» de Sidney Pollack. Ganador del «Globo de Oro» y «El Bafta» por la memorable caracterización.
Inmediatamente viene a mi mente el master Robert de Niro: su trabajo en «Calles Violentas», en «Taxi Driver», ambas de Scorsese. Su gran caracterización de «Vito Corleone» joven en el «Padrino 2», hablando en italiano con acento siciliano. De Niro recibió el «Oscar» por ese trabajo. Su silencio, fuerza y decepción por el engaño del sistema de poder gringo, los horrores vividos en Vietnam, sus matices encontrados de emociones en «Deer Hunter» de Michael Chimino. Dejo aparte su gran trabajo interpretativo en «Toro Salvaje», retrato del boxeador Jake Lamota. Oscar en 1981. Están sus enormes personajes logrados en «Erase una vez en América» de Lione, su terrible psicópata de «Cabo de Miedo» y su dulce personaje en «Despertares» al lado de Robin Williams. Sin olvidar «Casino» y «Buenos Muchachos» de su gran director Martin Scorsese. Más recientemente su gran trabajo actoral en «Todos Estamos Bien».
El gran Al Pacino, aparece en pantalla con Michael Corleone, en «El Padrino 1, 2 y 3» de Coppola, su enorme trabajo lleno de matices en «El Espantapájaros» al lado del gran Gene Hackman, sus célebres policías en «Serpico» , «Cruising», y «Sea of Love», su gran trabajo en «Tarde de Perros» de Lumet, y «Justicia para Todos», de Jewson, su enorme trabajo emotivo, lleno de contrastes, de signos, en su recordado invidente «Coronel Slade» de «Perfume de Mujer», aún vibro con su magistral baile de tango a «Por una Cabeza». ¡Enorme Pacino!
Dejo aparte a un gran actor castigado por la academia de Hollywood, el gran Mickey Rourke, quien nunca ha recibido el famoso «Oscar». Olvidado por la estatuilla de la fama, más no por los buenos cinéfilos. Entrañables sus grandes retratos humanos en «Rumble Fish», «Manhattan Sur», «Angel Heart», «Barfly» (donde interpretó al escritor Charles Bukowsky), «Nueve Semanas y Media» y el robo al no darle el «Oscar» por «El Luchador». Gran actor, un ícono generacional para los actores de los años ochenteros.
Que decir de los grandes retratos humanos de actores mayúsculos como: Gary Oldman, Daniel Day Lewis, Sean Penn, Morgan Freeman, Robert Duvall,John Cazale, Edward Norton, Phillip Seymour, Murray Abraham.
Hoy en día hay grandes actores pero no son quizá tan recordables como los arriba mencionados. ¿A qué se debió? No lo se. Quizá a grandes directores en la historia de la cinematografía. A grandes guionistas. A ideales románticos que marcaron a estos seres. A que quizá la vida era más enfocada al ser humano, a percibirlo más, a que los cinco sentidos estaban más abiertos a la vida, a que nos dejábamos sorprender fácilmente por la existencia. Hoy el hombre contemporáneo(excepciones mínimas claro está), vive preso de la tecnología, de las máquinas, de los tablets, laptops y celulares, poco dialoga, le da miedo ver a los ojos, se ha alejado a las grandezas del vivir el aquí y ahora. Se ha entregado al Dios del dinero, el poder y la fama. A la apariencia. Hoy todo es ansiedad, prisa, deseos irrefrenables de éxito, de reconocimiento, sin querer subir la montaña, vivimos una época light, del menor esfuerzo, que lógicamente se refleja en la ausencia de actores no comparables a los arriba mencionados. Y eso que sólo mencioné norteamericanos y dos del reino unido(Oldman y Day Lewis). Faltan los grandes histriones universales de épocas pasadas. Los Hopkins, Finney, O Toole, Burton, Edward G Robison, Mastroianni, Paco Rabal, Delon, Richard Harris, Klaus Kinski, Bruno Ganz, Jack Lemon, Anthony Queen, John Hurt, Michael Caine, Ernesto Gómez Cruz, Imanol Arias, Guiletta Masina, Meryl Streep, Kate Blanchet, Anne Bancroft, Emma Thompson, Maribel Verdú, Julieta Egurrola, Rosa María Bianchi, Luisa Huertas, Angelina Peláez, Blanca Guerra, y largos etcéteras.
Es una percepción personal. Es lógico que cada quien defienda su generación y su era de vida. Sin dejar de celebrar a los grandes trabajos actorales contemporáneos. Que muchos se diluyen por lo extremadamente sucedáneo de nuestros días. Yo al menos expongo este sentir. La pregunta sería: ¿Cuántos de los actores de las nuevas generaciones, llegarán a ser clásicos por sus interpretaciones? El tiempo lo dirá. Aún cuando en el arte, acerca de lo qué es bueno y olvidable, tenga el matiz de lo subjetivo. Hoy celebraremos a un grande de los últimos tiempos y que es una realidad clásica contundente de la interpretación: Joaquín Phoenix.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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