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En la esquina
Columna
Por Cuauhtémoc Barajas
El antídoto a la ciencia fake es más ciencia, mejor ciencia. La ciencia es un proceso autocorregible donde la transparencia lleva a la mejora.
El antídoto a la mala ingeniería es más ingeniería.
Sin embargo, el antídoto a la obediencia ciega a edictos y principios no examinados no es más obediencia. Eso no se autocorrige, empeora.
EN LA POLÍTICA
El antídoto a las promesas incumplidas no son más promesas bonitas, sino la ejecución ingenieril de buenas ideas.
La cura a la inseguridad no es “mejor coordinación o un mando único”, sino inteligencia, mejores policías, investigadores y fiscales, jueces justos y un sistema penitenciario que castigue y/o rehabilite de ser esto posible.
El antídoto al mal desempeño educativo no es inventar mejores reformas, sino evaluar y capacitar a los maestros y contar con programas de estudio que promuevan el conocimiento y habilidades necesarias para triunfar en un mundo disruptivo.
La cura a la corrupción no es poner el ejemplo y actuar de buena fe, sino reducir monopolios, discrecionalidad, mejorar la rendición de cuentas, crear sistemas para seguimiento, incentivar al honesto y castigar ejemplarmente al corrupto.
El antídoto al gasto público excesivo no son ideas novedosas, ocurrentes y de aplicación “rapidita”, sino estudios ingenieriles de costos y funciones sumadas a una reingeniería real de aplicación gradual en el tiempo que toque cantidad, funciones y prestaciones de burócratas en todos los niveles de Gobierno.
La cura a la polarización en la sociedad no es agredir a los que piensan distinto con etiquetas “fifís”, sino dialogar, escuchar posturas distintas, identificar puntos donde exista lógica y modificar o adecuar la postura propia.
El antídoto a la desigualdad y la pobreza no es el populismo.
La cura a los lambiscones no son más cuates, sino más talentosos.
El antídoto al despilfarro no son los actos simbólicos de pobreza, sino el uso inteligente y eficiente de los recursos que tenemos disponibles.
La cura a las diferencias en desarrollo de regiones no es el gasto enorme y rápido, sino el generar habilidades personales en los habitantes y oportunidades de trabajo e inversión.
EN LOS NEGOCIOS
El antídoto a la obsolescencia no es cuidar lo que se tiene, sino invertir en lo que se requiere, prestando atención a los clientes, a los competidores y a las tendencias tecnológicas.
La cura al fracaso no es fracasar menos, sino fracasar más, pero haciéndolo bien: temprano, aprendiendo y sin arriesgar todo.
El antídoto al hacer siempre lo mismo no son ocurrencias creativas, sino tener equipos diversos donde se discuta bien: frontalmente, con hechos y sobre cosas y no sobre personas.
La cura para que un jefe crezca no es la autoridad absoluta, sino tener, escuchar y dejar actuar a un equipo talentoso.
El antídoto al mal liderazgo no son cursos y cursos, sino identificar fallas y crear un programa detallado para corregirlas, midiendo progreso y ajustando a través del tiempo.
EN LA VIDA
El antídoto a hijos maleducados no es ser su amigo y echarles un buen rollo, sino ser sus padres, limitando lo malo, reforzando lo bueno, aconsejando y, sobre todo, predicando con el ejemplo.
La cura a la esclavitud de las pantallas no es limitar su uso, sino tener actividades “reales” (no virtuales) que sustituyan ese uso.
El antídoto a una vejez triste no se da en la vejez misma (sería demasiado tarde), sino en lo que se sembró en la juventud en relaciones afectivas, salud y finanzas personales.
La cura real a la estupidez no es limitar el efecto del estúpido, sino ilustrarlo para que deje de serlo.
El antídoto a las fake news no son más noticias, sino que haya menos y mejor seleccionadas.
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