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“Resulta inadmisible que esa pinturita relamida se encuentre en el mismo edificio donde están los murales de Diego, Siqueiros y Orozco”, Villarreal Lozano

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CDMX.- La pintura del artista Fabián Cháirez, sobre Emiliano Zapata, ha causado gran controversia dentro y fuera de redes sociales, y hasta en ellas hasta le hacen memes. El chiapaneco muestra a Zapata desnudo, con zapatillas y en un caballo, cosa que no le ha gustado a muchos intelectuales e historiadores, así como críticos de arte. Dicha obra forma parte de una exposición temporal que se encuentra en las instalaciones del Palacio de Bellas Artes.
Uno de los inconformes es el historiador Javier Villarreal Lozano, Miembro Corresponsal Nacional en el Estado de Coahuila de la Academia Mexicana de Historia, quien en el texto titulado: “¡Es Bellas Artes, señora!”, (dirigido a la Directora General de Bellas Artes, Lucina Jiménez, publicado en el periódico “Zócalo”), da cuenta de ello en su contenido, cuando refiere su patente indignación “por exponer la pintura de Emiliano Zapata en el que creíamos era el máximo recinto cultural del país, obra del hasta antes desconocido Fabián Cháirez. El cuadro, ya famoso gracias a las redes sociales y a los medios de comunicación tradicionales, pretende ser una representación del general Emiliano Zapata mostrándolo desnudo con cuerpo de inconfundibles formas femeninas, sombrero rosa y zapatos de tacón alto. Este andrógino personaje, rodeado de una cinta tricolor, monta un amanerado caballo blanco con el miembro erecto”.
Más adelante, advierte que como historiador “me tiene sin cuidado si don Emiliano era o no bisexual, y si sostuvo o no relaciones con Ignacio de la Torre y Mier, yerno de don Porfirio Díaz, que según opinión generalizada formaba parte de los 41 gays detenidos en una fiesta por la policía en la Ciudad de México. Como se sabe, Zapata fue caballerango de Ignacio, pero si el patrón y el empleado tenían intereses ajenos al cuidado y al entrenamiento de los equinos, sería asunto de ellos”.
“Tampoco tengo el más mínimo interés en las preferencias sexuales de Manuel Palafox, secretario de Zapata, quien, aseguran, era manifiestamente homosexual. También ni me va ni me viene que Amelio Robles, coronel del Ejército del Sur, fuera o no transgénero, como se rumora. Allá él si le gustaba vestirse de charro o de china poblana. A 100 años de distancia, ¿a quién le puede importar? En lo personal, me parece una forma deleznable de perder el tiempo eso de asomarse debajo de las sábanas de las camas donde se acuesta la gente. Cada quien su vida, diría el maestro Luis G. Basurto”, abunda el estudioso Villarreal Lozano.
“No, señora directora -le dice en el medio informativo- mi indignación no nace, como ha ocurrido a otras personas, debido a que el cuadrito de marras pueda denigrar a un luchador revolucionario. Ya ve lo que cuentan de Alejandro de Macedonia, y ni así le quitan su lugar en la historia como exitoso conquistador ni el apodo de Magno”.
Y en realidad tiene razón el maestro de la Academia ya que su irritación es que “el cuadrito de Cháirez es, desde un punto de vista estético y técnico, una porquería. Resulta inadmisible que esa pinturita relamida se encuentre en el mismo edificio donde están los murales de Diego, Siqueiros y Orozco y que, además, lo eligieran ustedes como imagen para promover la exposición Zapata después de Zapata”.
Y compara el poco talento de este artista surgido de la nada, señalando que le parece “se entrenó en su “arte” copiando las figuras de las cartas de la lotería. Es de una simpleza de concepción y de composición inferiores a la de El Borracho, El Catrín o La Dama”.
“¡Y el marco, señora! Ese marco garigoleado hasta la náusea, epitome del kitch, es el complemento perfecto de la obra. Tan de mal gusto el uno como la otra. “Está el colote pal’ garrero”, como dicen en Castaños, Coahuila”, expresa.
Para concluir su opinión advierte: “¡Señora, con usted vamos de mal en peor! Antes fue criticada por facilitar la sala principal del Palacio a cierta organización religiosa para realizar un homenaje a su líder, ahora acusado de cuantos crímenes sexuales pueda uno imaginar. De verdad, señora, dígame sinceramente, ¿no se ha dado cuenta de qué institución fue usted nombrada en mala hora directora general?”. “Es Bellas Artes, señora. ¡El Palacio de Bellas Artes!”, acotó. / Juan Barrientos Figueroa.

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