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El Senador Martí Batres reconoce a músicos del legendario Festival de Rock y Ruedas de Avandaro

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CDMX.- El tiempo no perdona, dice un viejo refrán, así como también hay otro que dice que el tiempo todo lo acomoda. Desde la década de los sesentas el rock en México ha enfrentado muchos obstáculos y los peores han sido los que le han impuesto quienes deberían apoyarlo, concretamente las autoridades gubernamentales que supuestamente deberían impulsar el desarrollo de la cultura y de la infraestructura necesaria para ello. Desde las razzias desatadas para cerrar los cafés cantantes hasta el linchamiento mediático contra el Rock Mexicano ejercido a consecuencia del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en 1971, quienes nos dedicamos a esta expresión musical enfrentamos una férrea oposición rayana en lo irracional y humillante por el solo hecho de ser jóvenes. Los gobiernos priístas siempre se distinguieron por su absoluto desprecio hacia quienes disentían con ellos desde las tribunas universitarias o equivalentes y en ese aspecto se ensañaron contra los jóvenes, para quienes el rock era su medio de expresión e identificación. La historia lo ha demostrado, desde la represión del 68 hasta la desaparición de los 43 de Ayotzinapa. En este panorama y a pesar de ello, el Rock Mexicano continuó su desarrollo, contra viento y marea incorporando más talento a sus huestes con el advenimiento de cada generación. Es así que cuando parecía que nada cambiaría y nos habíamos resignado a continuar en esa inercia confiando en que algún día sucediera algo que ayudara a retomar el paso perdido hace casi 50 años, un evento tan inesperado como gratificante sucede y es promovido precisamente desde uno de los nichos que antaño fuera sinónimo de prepotencia y abuso: el Senado de la República. En un acto de desagravio y justicia extemporánea, es esta institución, ahora bajo la batuta de MORENA y a través del senador Martí Batres quien toma la iniciativa y rinde homenaje a quienes hicieron posible la mayor concentración de jóvenes registrada en nuestra historia convocados por el poder del Rock Mexicano que se gestaba en ese momento y que gozaba de cabal salud, hasta que Gobernación se asustó cuando entendió que ellos mismos habían provocado esta reunión multitudinaria al ejercer brutal represión sistemática hacia ese sector de la población que fue a Avándaro, no a pedirles cuentas sino a buscar la necesaria vávula de escape que nos permitiera desconectarnos temporalmente del horror al que nos tenían sometidos y desahogarnos sin causar daño. El gobierno no podía entenderlo y reaccionó de la única manera que sabía, atacando y satanizando a quienes estuvimos allí, cerrando con ello la posibilidad de que toda esa gente tuviera acceso a un desarrollo que se tradujera en la gestación de un patrimonio que era su legítimo derecho. A quienes estuvimos en el escenario de Avándaro la vida ya se nos fue y algunos la armamos y algunos no, porque como consecuencia del Festival fuimos abandonados a nuestra suerte o de plano fuimos anulados artísticamente al cerrarnos fuentes de trabajo y medios de difusión de nuestra obra. Es por ello que la ceremonia acontecida el día de hoy en el Senado de la República donde se le brindó reconocimiento a quienes estuvimos allí la noche del 11 de septiembre de 1971, reviste importancia histórica ya que por primera vez el gobierno reconoce la aportación de esa generación al desarrollo de la cultura de nuestro país, algo que realmente resultó inesperado para muchos de nosotros. Gracias a la labor de Jorge Pantoja, incansable promotor del Rock Mexicano de todas las épocas, se logró llevar a cabo esta ceremonia que desagravia y dignifica a quienes entregaron su vida y su talento en esa noche mágica. Hoy no pudieron estar con nosotros muchos de esos protagonistas, tanto porque no se les pudo localizar, como porque no viven en México o ya fallecieron como fue el muy reciente caso de Armando Molina, personaje fundamental en la realización de Avándaro quien trascendió el fin de semana pasado y a quien se le brindó un emotivo homenaje culminando con un minuto de aplausos en su memoria. Como dije, el tiempo no perdona y hoy acudieron al evento algunos de los sobrevivientes de ese legendario concierto, de los cuales uno o dos aún no entienden porqué no se volvieron ricos y famosos, pero como también mencioné, el tiempo todo lo acomoda y aunque hayan transcurrido casi 50 años, finalmente llegó para nosotros el reconocimiento no solo del sector oficial sino de la historia de la cual casi fuimos borrados. Mis congratulaciones y mi respetuosa felicitación para Maricela Durazo, Carlos Hauptvogel, Lalo Toral y Jorge Alarcón quienes nos regalaron su talento en el escenario de Avándaro (desde donde participé ejecutando la logística necesaria para que la música fluyera) y hoy, afortunadamente pudimos estar juntos una vez más. / Víctor Moreno, músico mexicano.

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