¿Cuál es mi sueño más profundo? Cuáles son mis anhelos? Y aunque suene naif preguntarse., requiere de un acercamiento profundo hacia nuestros recovecos.
Desarmarnos para sentir… Despertar las plantas de los pies para enrraizar. Crecer desde la musculatura interna de las piernas que nos llevan hacia esos deseos, despiertos o no en nuestros primeros chakras, dónde también aparece nuestra voluntad en conocernos y aprender a respirar, reciclándonos, ampliándonos para soltar ese peso en la espalda de mochilas que no son nuestras, y descubrir el verdadero movimiento de los omoplatos, alas del cuerpo conectadas por los brazos al corazón.
Y si todo ese viaje me libera, suelto la voz sin pena ni vergüenza, expreso lo que mi cuerpo siente y despierto mí visión con los ojos cerrados. Discierno los obstáculos de mí ego para disolver los paso a paso, con la entereza de saber quién soy sin miedo a enfrentar mí destino.
El trabajo del cuerpo se hace a cada instante, puedo enderezar mí columna mientras estoy sentada, pararme con los pies paralelos y las piernas firmes mientras lavo los platos y cuántas otras posturas de la vida cotidiana se nos pierden al no estar presente en el cuerpo.
Algo pasa, la mente se nos dispara en tantos pensamientos repetitivos en busca de soluciones, pero si llevamos por un instante la mente al cuerpo y el cuerpo está entrenado para percibir si está alineado o no, si algo duele, si una parte del cuerpo está en tensión o necesita compensación, lo escucharíamos y pasaríamos el día prácticamente en ese equilibrio integrativo: cuerpo, mente y emociones, sentidos también.
Recordar que somos seres completos en todos los aspectos y que somos nuestra propia medicina. / Camila Fernández, terapeuta yoga. Mar de Plata, Argentina.
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