Increíble. En la opinión pública se instala casi de manera excluyente el análisis de cómo sigue Bolivia a partir de acá; poco, poquísimo se habla de cómo se llega a este punto. Entre otros testimonios se difundió el de la mujer que por orden de rango legislativo supuestamente debería asumir, una diputada opositora, llorando (?) ante los micrófonos, diciendo que ella asumirá la presidencia provisional si no se presenta una opción mejor. Parece una telenovela. Increíble.
Hago un breve recorrido por distintas fuentes y casi nadie menciona por qué es que no se sabe quién va a asumir. Casi nadie menciona que fueron secuestrados familiares de los funcionarios del gobierno depuesto, que fueron vandalizados sus hogares y amenazados sus seres queridos en orden de forzar esas renuncias que hoy resultan en un vacío de poder. Prácticamente nadie menciona que el mandato en curso de Evo -no el de las elecciones de la discordia sino el actual- no finalizaba sino hasta enero. Nadie menciona datos que son sustanciales en este momento, dado que no existe un «continuar» como si nada hubiese pasado cuando hay tanto, pero tanto que analizar.
En el mismo sentido, pocas naciones se pronuncian al respecto, al punto que en varios medios se habla de «los países aliados de Evo Morales» dando su apoyo, cuando esto no tiene nada que ver con alianzas, o preferencias o favoritismos, esto es un golpe de Estado grosero. Esta es una interrupción del orden democrático y cualquier Estado democrático, indistintamente sea la orientación ideológica que guíe a sus respectivas administraciones, debe pronunciarse al respecto (en fin, que esto no es un tema de «bandos», ¿o estamos todos locos de repente?).
El de Bolivia es el golpe de Estado más silencioso del que tengo memoria. Esa es la parte que me resulta más horrenda del horror.
Guadalupe Carnota, Buenos Aires.
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