En la lucha por el México Independiente, también existieron grandes mujeres que dieron su vida y su sangre por la Independencia. Mujeres que lucharon a la par de los hombres, entre ellas está la criolla michoacana Gertrudis Bocanegra.
Era el 11 de octubre de 1817, al pie de un fresno de la Plaza Mayor, hoy Vasco de Quiroga, en Pátzcuaro, Michoacán, caía fusilada de manos de los soldados del virreinato español, una heroína, su delito: aspirar a la liberación de México y no delatar a sus compañeros de insurgencia. Era María Gertrudis Bocanegra, mujer de temple y fortaleza, independentista de firmes ideales liberales.
Pátzcuaro fue su ciudad natal, pues ahí nació el 11 de abril de 1765. María Gertrudis Bocanegra Mendoza, la valerosa mujer, que lucharía por la independencia de su país. Nace en una época en la que la injusticia social, era muy marcada por la división de castas. El dolor y las heridas que esto causaba, hacen que nazca en ella una sed de lucha por la libertad, por la independencia nacional.
Sus padres fueron los españoles Pedro Javier Bocanegra y Felicitas Mendoza, comerciantes de clase media, quienes pudieron dar a su hija lo necesario para su formación de acuerdo a la época.
María Gertrudis, fue una estudiosa del conocimiento, igual abordaba lecturas piadosas que a los grandes enciclopedistas franceses, lecturas que estaban prohibidas para ella.
En mayo de 1785, Gertrudis, contrae matrimonio con el militar Pedro Lazo de la Vega, joven soldado del regimiento virreinal. Procrearon cuatro hijos: Ma. Gertrudis, Manuela, Margarita y Pedro Pablo. Dos décadas después, simpatizante de las ideas de Independencia que se gestaron a principios del siglo XIX en la Nueva España, hizo de su domicilio centro de conspiración en donde se manifestaba el descontento social y se recibía información de las actividades en otros sitios del caudillismo.
Gertrudis poseía un gran talento para organizar y dirigir. Su discrecionalidad y su facilidad en habla purépecha, le permitió tejer una red de comunicación en la región de Pátzcuaro que facilitarían las operaciones entre las principales sedes de la rebelión independentista.
En el mes de diciembre de 1809, fue descubierto el centro de insurrección ocasionando que algunos de sus miembros fueran prisioneros. Al enterarse doña Gertrudis del levantamiento encabezado por Miguel Hidalgo, exhorta a su esposo a deponer sus servicios de capitán de armas virreinales, y unirse a los insurrectos. El capitán Pedro desertó y convenció a los soldados a su cargo a unirse a la causa insurgente de Hidalgo, a la que se sumó también su joven hijo Pedro Pablo.
Al principio todo fue victoria, destacan las logradas en Valladolid y Tacámbaro, la expulsión de los realistas del sitio armado de Pátzcuaro. Se mantenía pendiente del recorrido de las tropas, abasteciéndolas con víveres y armamento. Transmitía información por medio de papelitos enrollados en cigarros y dentro de escapularios. Poco después, Gertrudis perdería su hijo en una emboscada en el frente de batalla y días después fallecería su esposo en el hospital de las Carmelitas. Con el dolor a cuesta y a sabiendas del avance de la insurrección, no tuvo mas que llenarse de fuerza y reincorporarse a las tropas del coronel insurgente José María Gaona, esposo de su hija Margarita, las cuales estaban asentadas en las montañas. En este tiempo circulo la versión de que había viajado a España.
La participación de Gertrudis en el movimiento fue en aumento, ya que se encargaba de recabar dinero, medicina, pólvora y armamento, al igual de atender a los enfermos, realizaba tareas de espionaje, concretaba alianzas en apoyo a los sublimados, se encargaba de organizar a las mujeres y convencer a los indígenas de adherirse al movimiento. Fueron múltiples las guerrillas a lo largo de los años desde 1811 a 1814. A petición del coronel Gaona, Gertrudis se trasladó a Pátzcuaro para servir de enlace y sumar simpatizantes que favorecieran la toma de la población. Gertrudis ya contaba con 51 años de edad, en esta encomienda la acompaña su hija Margarita, mientras que sus hijas Gertrudis y Manuela se refugiaron en la vieja casona de Valladolid.
Ya para 1818, cuando parecía que los realistas que se incorporaron a la toma de Pátzcuaro, se mostrarían fieles a la causa surgió la traición de parte de un sargento a quien había salvado del patíbulo. Gertrudis fue a prisión con sus tres hijas, y ella fue acusada de sedición. Conservaba vivo el recuerdo de fusilamiento de patriotas mujeres: Tomasa Estévez, en Salamanca en agosto de 1814, por órdenes de Agustín de Iturbide; y doña Luisa Martínez, en enero de 1815, en la población de Erongarícuaro; aun así se mantenía incólume su aceptación de sacrificio por la condena impuesta.
Los terribles interrogatorios en el calabozo y las amenazas de despojo de sus bienes, así como la promesa de puesta en libertad de sus hijas, no pusieron en riesgo la vida de la organización de “Los Guadalupes”, ampliamente extendida por el centro del país. Su osadía le valió la sentencia de fusilamiento.
El 11 de octubre de 1818, un contingente realista, ostentando su armamento, condujo a Gertrudis hasta el pie de un fresno de la plaza principal. El sacerdote encargado de la confesión final, tampoco logró persuadirla en el propósito de que delatara a sus compañeros de rebelión. Con vendaje en los ojos y atada de pies y manos arengó en purépecha a la población, al grito de:
“Sigan luchando por la Patria, llegara el día de la libertad. Luchad con fe y constancia, Dios habrá de premiar nuestro esfuerzo concediendo la libertad que ambicionamos”.
Un capellán más dos sacristanes; cánticos lúgubres, el tañido fúnebre de las campanas y un par de mudos sirios, enmarcaban el trágico anuncio de fusilamiento. El clamor de la multitud enfurecida fue apagado a bayonetazos. La recia voz de La Heroína de Pátzcuaro envolvía valles y montañas.
Sociedad y gobierno de Michoacán la enaltecen al construir un monumento en su memoria en el sitio de su ejecución y, desde 1964, se otorga anualmente la “Presea Gertrudis Bocanegra” a la mujer que se distinga por sus acciones cívicas, humanitarias y científicas.
María Gertrudis Bocanegra Mendoza de Lazo de la Vega, es una de tantas mujeres que ofrendaron su vida con valentía y con solida convicción por una Patria independiente, sin opresión ni yugos esclavizantes. Una de tantas mujeres a quienes se debe honrar, una de tantas mujeres que constituyen la otra parte de la historia nacional.
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