Por mucho que ames a los animales y los trates como personas te los comes porque un perro o un gato no son un cerdito, borreguito o res: pero sufren, chillan. Lo que manda es el paladar: la dictadura de la palatabilidad (sabrosura) de la carne, la grasa es deliciosa.
Evolutivamente tenemos dentadura para comer carne, el problema es que la industrialización de su producción nos está matando con temibles enfermedades degenerativas.
El otro asunto es ético: los animales la están pasando muy mal: transitan de un campo de concentración a la piedra del sacrificio.
¿Esto no merece una reflexión?
Nota bene: los animales y nosotros vivimos de Nitrógeno que incorporan las plantas a sus hojas y frutos: va en los aminoácidos y con eso formamos TODO lo que es estructura y función corporal. No necesitamos nada, nada, de los animales para la homeostasis (equilibrio) de nuestro medio interno.
Pero el asunto es el Proceso Civilizatorio: el arte de la cocina y sus sabores, vence a la Ética y toda consideración con los animales comestibles.
Juan Heladio Ríos Ortega.
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