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LA NOCHE DE MANTEQUILLA

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Hace apenas unos días y unas noches que murió José Ángel, ese boxeador ídolo de México, llamado: » Mantequilla Nápoles».
En mi imaginario de recuerdos no pude dejar de recordar aquella noche de París en que » Mantequilla» fue vapuleado por el argentino Carlos Monzón.
Tenía 13 años cuando presencié esa masacre. México, su afición boxística, se entusiasmaba con que el » Mantecas», se alzara campeón de los pesos medios. El sueño se evaporó en sólo seis rounds.
Mantequilla se batió, me consta. Tiró el máximo de su artillería en esas combinaciones que lo caracterizaban. Esas descargas se estrellaban contra una pared. Aquella fortaleza del llamado » León de las Pampas», el gran Carlos Monzón. Este en su famoso, uno- dos, proyectaba hacia las cuerdas a Mantequilla. Para el séptimo round el «Mantecas» ya no salió. Estaba fulminado en el banco de su esquina.
Esa noche de París caló duro en México. Aún veo el calzoncillo de Monzón con una leyenda » Fernet Branca». Veo un glamour de personajes en el ring, recuerdo en la bruma nostálgica al promotor de la pelea, el actor Alain Delon, amante del boxeo. Cómo olvidar su personaje de boxeador italiano en » Rocco y sus Hermanos», de Visconti. Y ahí estaba la novia de Monzón, la guapa argentina actriz Susana Giménez. Todo era parte de aquella pesadilla oscura del » Mantecas», y de enorme tristeza para el pueblo de México.
Algunos años después, mi maestro de literatura preparatoriano, Francisco Amparán, me leyó un cuento maravilloso al respecto, llamado » La Noche de Mantequilla». Un autor: Julio Cortázar.
En él narraba con precisión de imágenes la locación de la pelea: un terreno baldío a las afueras de París y una gigantesca carpa. El lujo en los asientos de ring side y gradas de circo barato para las localidades generales. En esa atmósfera se vio la paliza a » Mantequilla».
Pero lo que más recuerdo es la descripción que Cortázar hacia de los aficionados mexicanos que llegaron a impulsar al cubano mexicano. Unos seres con sarapes, sombrero ancho puntiagudo, con bigotes a lo Pancho Villa. Era una película de Fellini lo descrito.
La sombra oscura de la derrota era el melodrama de dolor del mexicano.
Por eso a unos días de la muerte de » Mantequilla», no pude dejar de recordar estos sucesos. Es quizá que la derrota del «Mantecas» despertó en mí imágenes casi cinematográficas teatrales de párvulo adolescente. Al día de hoy las relaciono con el imaginario de Fellini. En ese entonces suscitaron intuiciones aún sin nombre.
En la realidad cruda, la cual es trágica muchas veces, murió Mantequilla y se fue como se van los ídolos del pueblo de este país: En el olvido y en la miseria.
Yo me daré al origen y buscaré aquella » Noche de Mantequilla», literaria, del gran Julio Cortázar. Al final de cuentas la ficción es una nota mejor acompañada por un buen tequila y una buena pelea del «Mantecas» del recuerdo.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
Pd: Nunca sabremos si en realidad Cortázar asistió a esa pelea. Su gusto por el box era latente. En la literatura de su cuento enhebró magníficamente los hechos.

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