El funk, la música del alma, el alma de los morenos. Porque hay que ser sinceros, muchos pueden tocar buen funk pero por alguna razón si no lo escuchas con músicos negros (afroamericanos para que no se ofenda nadie), no te sabe igual. Tal vez lo traen en el ADN o en la mente… o en el alma (soul), como ya mencioné. Fue a principios de los setentas que esta vertiente musical se afincó en el gusto de la juventud con sus ritmos sincopados que inevitablemente te hacen mover los pies. Sly and the Family Stone (bautizados en ese entonces en la radio mexicana como Sly y Los Picapiedra), lograron colocar varios éxitos, sobre todo en su tierra, Estados Unidos y fueron más conocidos en nuestro país por su tema Dance to the Music (Baila la Música). Su participación en el Festival de Woodstock es sencillamente arrolladora y la película da fé de ello, sonaban como una aplanadora. En la Ciudad de México conocimos entonces (1971) un grupo similar proveniente de Nueva York llamados Mill Street Depo quienes ponían a bailar a la concurrencia en Los Globos y en los hoyos funkies donde llegaron a presentarse lo que le dio a la audiencia mexicana un acercamiento de primera mano con este tipo de expresiones. Eran un bandón impresionante también formado obviamente por puro negro a excepción de su tecladista que era mexicano. Pareciera que este tipo de música no sería compatible con la sensibilidad chilanga pero la realidad es que este tipo de grupos tuvieron mucho impacto y presencia en nuestro país más que nada por su gran nivel como músicos y sobre todo, por su feelin’ (sentimiento), para interpretarlo. En la actualidad continúa habiendo agrupaciones de este tipo que han derivado también en la fusión lo que los ha llevado a no ser ya tan populares a nivel masivo, pero ¿a quién le importa cuando la música se hace con el corazón y no por estar a la moda? Disfrútenlos! / Víctor Moreno, músico.
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