Voy a compartir una historia que casi no ha sido comentada. A mediados de 1973 llegaron a la Ciudad de México tres personajes provenientes de Nicaragua pero originarios de El Salvador. Sus nombres eran: Roberto Hernández, guitarrista, Sergio Cárcamo, baterista y Giovanni Arriola, bajista y cantante. Ellos formaban una banda de rock que se hacía llamar Lodo. Cuando Peace & Love realizó una gira por Sudamérica a finales de 1972, hicieron contacto con ellos y a invitación expresa de quienes se convertirían en Náhuatl se trasladaron a México con la intención de hacer carrera en nuestro país. No contaban con recursos, prácticamente llegaron solo con la ropa que traían puesta, sin dinero ni instrumentos y obviamente en calidad de ilegales. Pero traían muchas ganas de hacerla y para ellos México era una meta muy grande por conquistar antes de continuar su camino hacia Estados Unidos, que era su pretensión final. Ya afincados en la casa donde vivían los de Náhuatl y a sugerencia de Carlos «Bozzo» Vázquez, lo siguiente que hicieron fue cambiarse el nombre a TORO. Realmente la pasaban muy mal, dormían en el suelo, comían casi nada, no tenían dinero y lo más duro, no tenían manera de ensayar. Fue entonces que se acercaron a Medusa y nos pidieron apoyo. Javier Plascencia nuestro bajista les abrió las puertas de su casa, donde ensayábamos, les prestamos nuestro equipo y empezaron a prepararse para buscar presentaciones. Por lo mismo sus primeras tocadas fueron al lado de Náhuatl y Medusa y poco a poco empezaron a abrirse camino. Tocaban un rock muy basado en la escuela inglesa, al estilo de los Who, Free, los Stones y los Kinks. No tocaban covers sino rolas originales y cantaban en español. Eran buenos y en su obra se percibía la nostalgia, la convicción, las raíces. En cuestión de meses participaron en eventos importantes en lugares como Querétaro, Guanajuato, Cuernavaca y en los hoyos funkies del D.F. Empezaron a hablar de ellos en las revistas de la época y lo mejor, empezaron a hacerse de sus instrumentos. Como al medio año de haber llegado los llevaron a tocar a Toluca y tuvieron la ingrata experiencia de ser detenidos por la policía que los rapó. Para compensar esto empezaron a maquillarse en sus presentaciones. Por supuesto consideraron la posibilidad de realizar grabaciones pero no lo lograron. Más o menos al año de haber llegado, decidieron levantar el vuelo y se fueron a Tijuana que les sirvió de trampolín para finalmente lograr su cometido: llegar a Estados Unidos. En México les perdimos la pista y pasaron varios años para que nos enteráramos que ya no tocaban juntos pero si lograron quedarse allá donde iniciaron una nueva vida y se dedicaron a la música de manera profesional. Quien más ha dado de hablar desde entonces es Giovanni, quien fuera su bajista y ahora es guitarrista. En los ochentas destacó con agrupaciones de Los Ángeles como Los Mixers, Félix and the Cats y otros. Actualmente es un personaje muy conocido y destacado en el mundo del rock de California. Toro fue todo un caso, su historia pareciera sacada de una novela. Sus integrantes siendo aún muy jóvenes se aventuraron a buscar fortuna fuera de su país sin más recurso que su talento y su convicción y a pesar de tener todo en contra se la rifaron y aguantaron vara para cumplir su anhelo. Aunque no nos volvimos a ver desde entonces, entre nosotros (Toro y Medusa), se estableció una hermandad muy chingona que prevalece hasta la fecha y quedaron en nuestro recuerdo como tres cabrones con quienes la pasamos bien como camaradas y que nunca se rindieron aunque sufrieran tantas carencias por estar tan lejos de su casa y con quienes convivimos muy padre el tiempo que estuvieron en México donde dejaron muchos amigos y un buen recuerdo de su paso por el Rock Mexicano. (En la primera foto están tocando en un masivo en Guanajuato y en la segunda ya con su imagen posterior a su detención en Toluca)./ David Moreno, músico mexicano.
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