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Shakespeare y Faulkner escribían que la vida es una tragedia contada por un idiota

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Gustavo Sáinz diario leía un libro o al menos más de 120 páginas, veía un filme, escuchaba música, escribía «novelas» de estructura compleja, innovadora, e impartía su imperdible clase de literatura. Recitaba poemas o trozos de novelas, de memoria. Era un Funes…y malgré tout-a pesar de eso-le dio Alzheimer.
Les pregunto reiteradamente a los amigos psiquiatras por los avances de las investigaciones sobre las etiopatogenias de las demencias-de las cuales, el Alzheimer es una modalidad-, bien a bien, no hay un campo unificado, un modelo epistemológico, una teoría con eficacia terapéutica y el problema, ya se ha tornado, laberíntico.
No hay nada para combatirlo; ni esperanza: ni acupuntura, ni homeopatía, nada «alternativo». Shakespeare y Faulkner escribían que la vida es una tragedia contada por un idiota.
Estamos arrojados a la ex-sistencia, y no hay certidumbre de nada, en nada.
El suicidio es un problema inabordable y jamás podrá ser un horizonte a la mano del enfermo. Ya sea que oremos, hagamos mandas, juramentos, recurramos a reiki, acupuntura, herbolaria, veganismo, temazcales, «curas de desintoxicación», polvo de víbora de cascabel, yoga, vegetarianismo, tomemos vitaminas, el mal avanza inexorable… y al final todos estamos «esperando la carroza». Sí sí, hay que vivir al máximo, pero…. la biología, nuestra ontofilogenia, nos tiene a veces reservadas, sorpresas espantosas…
Y hay malas noticias para los gerontofóbicos: se registran ya, demencias y Alzheimer en adultos jóvenes y maduros…

Juan Heladio Ríos Ortega.

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