En mi larga vida he aprendido que el cáncer-más bien los cánceres pues hay una gran variedad de ellos-enfermedad progresiva, invasiva, dolorosa-es parte de nuestro genoma, ya nacemos con él, sólo que a veces se manifiesta y a veces no. Es incurable, de principio: es decir si lo «arrancan» con cirugía radical, quimioterapia o radioterapia–a veces remite totalmente y para siempre. Pero generalmente recidiva, reaparece; vuelve, porque nunca se ha ido.
Me asombra cuántas personas creen en «medicina alternativa», «remedios», «curas, limpias». El cáncer no se puede curar. Independientemente de las teorías y los remedioa que utilicen, nadie lo cura.
A lo más, alimentándose correctamente y con buenos hábitos higiénico-dietéticos, pueden retrasarse sus manifestaciones, si es que viene de herencia en nuestro genoma. No es asunto de optimismo y pesimismo confrontados.
La vida es dolor, sufrimiento, envejecimiento, enfermedad-EL CÁNCER- esto es consustancial a la existencia humana. Nietzsche, Buda, Bukowski, Cioran, Schopenhauer, Heidegger lo reflexionaron y frente a ti, tienes «la hermosa vida» la luz del sol, los alimentos, el amor, el mar, la música, el arte, la amistad. El que afirme lo contrario, miente. Y recuerda: «el chiste no es mear, sino sacarle espuma al chorro»: hay que buscar a ciegas la felicidad: el «amor fati» de Nietzsche, siempre contingente, sí a la vida, como venga…La felicidad está a la mano hay que encontrarla avanzando diciendo sí a la vida como venga, no hay para dónde hacerse.
Sólo deberían de tomar en cuenta esto las personas sufrientes de un tipo de cáncer: hoy por hoy sólo la cirugía, la quimio, la radioterapia tiene un cierto grado de eficacia, lo demás es superchería y retarda el tratamiento oportuno, me refiero a los remedios naturales. / Juan Heladio Ríos Ortega.
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