Primer día de llamado cinematográfico. Esa mañana muy temprano la pasé muy bien. Días antes, la producción de la película, » Pachito Rex», me había comunicado que al rol que me habían asignado le habían quitado las líneas, todo se reduciría a las acciones.
Si aceptaba pues muy bien, si no, que lo entenderían. El no tener carrera en el cine, y el haber conseguido el personaje bajo casting, me hizo aceptar. Además, yo no tenía ninguna trayectoria cinematográfica.
El cine era una ilusión que no era una realidad presente en mi camino. Así que llegué esa mañana con enorme expectativa emotiva. Vi en el improvisado camerino, a Damián Alcázar, Arturo Ríos y Jorge Zárate. Me presenté con ellos y fueron muy gentiles. Muy sonrientes conmigo.
Todo comenzó. El tener la cámara enfrente. Estar con semejantes actores. Ver el foro de los Estudios Churubusco. El green screen que transformaría todo. La atmósfera que se tornaba en magia. El vestuario y maquillaje que pintaba en sortilegio al personaje; todo aquello, era como un duende extraño que me poseía de a poco. Fueron cuatro días subyugantes de llamado.
Al abandonar aquel foro 6 de los Estudios Churubusco, la última noche de llamado, lo sabía, sentía que el cine me había invitado a su fiesta. Había tocado a mi puerta, yo le abrí y nos sentamos juntos a cenar. Lo anterior fue un diciembre de 1999. Siento que fue ayer, y confieso que siempre quisiera vivir ese asombro de ver a nuevos y admirados actores y el gusto inquieto de sentir que inicio una aventura cinematográfica que me haga vivir el hechizo de la fantasía.
PD: Con esos tres actorazos, que ellos sin saber me apadrinaron, volví a trabajar: Con Jorgito Zárate, en la cinta «Mundo Raro», de Armando Casas; con Arturo Ríos en la obra teatral, » Pequeños Zorros», dirección de Luis De Tavira; y con el querido Damián Alcázar en la serie televisiva: «Tijuana». Nunca hay que decir no, siempre la perseverancia y la buena actitud te harán ver rutas iluminadas.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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