Nunca he tenido cable, y jamás veo televisión a excepción de los sábados: con un drink y un café, disfruto trago a trago mis dos programas favoritos, La Dichosa Palabra y El Refugio de los Conspiradores.
Todo lo demás me lo dan las redes: twitter, facebook, libros, cultura, documentales, fotos interesantes, intercambio epistolar, intimidad con mis amigos, conversaciones agradables, noticias instantáneas, acontecimientos cinematográficos musicales, literarios.
Las redes son mis esclavas y mi felicidad.
Amo al delirio los libros impresos pero leo muchos, muchísimos en formato electrónico. Redes mediante, compro objetos, me informo, y divierto; me dan todo lo que necesito, casi el amor. Por temporadas, en vacaciones, soy un Hikikomori mexicano.
La televisión no está en mis culturemas, pero, qué bueno: la mexicana es una basura infecta innecesaria, un verdadero atentado contra la cultura.
(Los extraterrestres, nos visitaron buscando vida inteligente; al aterrizar, infortunadamente, lo primero, se toparon con la televisión mexicana y deliberaron: no iban a estar más en la tierra porque no había vida inteligente).
Las series televisivas son para mí, cine por televisión y las tengo en dvd.
Más bien, debo ser juicioso para no morir, de obesidad hedonista e ilustrada, inundado de información, cultura, placer y amistades asequibles mediante las redes.
Prendo la televisión cuando voy a ver un filme, es todo.
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