Entrevistas y Colaboradores

Roma», es una golondrina que esperamos haga verano

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Definitivamente no. Ayer leí comentarios al respecto. Reflexioné, e imaginé que todo lo anterior es producto del éxito cinematográfico mexicano de «Roma».
«Roma», es una extraordinaria cinta. Hecha por talento mexicano. Su producción económica es prácticamente hecha por la empresa «Netflix», «Esperanto Filmoj» de Alfonso Cuarón, también participó en la producción. Pero el tema y trascendencia cultural nace de nuestras raíces, ejecutada en su totalidad por la sensibilidad e inteligencia de artistas nacionales.
«Roma», sin embargo, no hace un verano. México no vive una segunda época dorada. Carece de una industria, como en aquellos años en que el país producía cine en cantidad y calidad, Había un público asiduo a las salas cinematográficas. No nada más en el país sino en prácticamente en toda hispanoamérica.
El éxito de «Roma», de Alfonso Cuarón (La Princesita, Grandes Esperanzas, Gravity, Harry Potter, Los Niños del Hombre) y las laureadas cintas de González Iñarritu (21Gramos, Birdman, The Revenant), y los triunfos de Guillermo Del Toro (Laberinto del Fauno, Hellboy, La Forma del Agua, Mimic, El Espinazo del Diablo) son producciones norteamericanas, españolas y mexicanas en el caso del «Laberinto del Fauno” y «El Espinazo del Diablo», hechas con talento en su mayoría extranjero. La fotografía de Lubezki y de otros brillantes mexicanos que participaron en algunas de las cintas mencionadas, no da para pensar que son producciones mexicanas y que estamos en una época dorada del cine mexicano. Yo diría que son éxitos individuales de mexicanos talentosos en el extranjero. Gente formada en México pero que tuvo que emigrar para desarrollarse debidamente en una industria cinematográfica como la norteamericana.
Yo llamaría, «época de oro», en cuanto a calidad, a aquella de finales de los sesenta. Donde surgieron cineastas mexicanos y actores maravillosos. Es el tiempo donde aparecen: Cazals, Fons, Ripstein, Isaac, Juan Ibáñez con «Los Caifanes». En los años setentas, durante el echeverriato, estos cineastas se consolidaron. Un cine crítico social apareció. Las narrativas cinematográficas y calidad de guiones fueron notables. Surgieron cineastas jóvenes con preocupaciones personales, como: Jaime Humberto Hermosillo, Gonzalo Martínez, Juan Manuel Torres, Julián Pastor, José Estrada. Actores maravillosos como: Ernesto Gómez Cruz, Salvador Sánchez, Héctor Bonilla, Gonzalo Vega, José Alonso, José Carlos Ruiz, Manuel Ojeda, Sergio Jiménez, Delia Casanova, María Rojo, Ana Ofelia Murguía, Blanca Guerra, Julieta Egurrola, Leticia Perdigón. Actores que provenían, casi en su generalidad, del teatro.
Grandes películas se dieron a finales de los sesenta y términos de los setentas: «Hasta morir», «El Castillo de la Pureza», «Cadena Perpetua», «El Lugar sin Límites», de Ripstein. «En Este Pueblo no hay Ladrones», «El Rincón de las Vírgenes», «Tívoli», de Alberto Isaac. «Canoa», «El Apando», «Las Poquianchis», de Cazals. «Matineé», «El Cumpleaños del Perro», «Naufragio», «María de mi Corazón», de Jaime Humberto Hermosillo. «Los Albañiles», «Los Cachorros», de Jorge Fons. «El Principio» y «Longitud de Guerra» de Gonzalo Martínez. «La Otra Virginidad», de Juan Manuel Torres, «Los Indolentes» y «El Profeta Mimí» de José Estrada, «Estas Ruinas que ves», de Julián Pastor. Entre muchas grandes cintas.
La calidad de guiones de Pérez Turrent, Xavier Robles, Vicente Leñero, Jorge Patiño, Carlos Fuentes, García Márquez, José Emilio Pacheco, Alcoriza (con sus grandes cintas: Mecánica Nacional, Presagio, ya antes con Tiburoneros, Tlayucan y Tarahumara había figurado notablemente) se hicieron presentes dando solidez al hecho artístico..
Algo muy importante: lograron estas películas, la captación de público, un espectador crítico. La aparición de diferentes cineclubs consiguieron a un espectador sensible, reflexivo, con cultura cinematográfica, preocupado por los problemas de su sociedad. Estas inquietudes se vieron reflejadas en el cine de ese tiempo. Por desgracia esos espectadores se perdieron con la nefasta administración cinematográfica de Margarita López Portillo.
Esa es para mí la segunda época dorada de nuestro cine. Lo de hoy, son triunfos de talentosos hacedores de cine mexicanos en el extranjero. «Roma», es una golondrina que esperamos haga verano. La oferta actual de películas mexicanas, no todas por fortuna, pero son pocas, es lamentable.
La esperanza es que la extraordinaria calidad de «Roma» contagie el entusiasmo de cineastas jóvenes por hacer un cine sensible, artístico, profundo, inteligente, crítico y transformador de su sociedad.
Ojalá que el gran ADN creativo cinematográfico de México vuelva a brillar y nos haga creer en una verdadera época dorada perdurable para nuestra cinematografía.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.

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*Invita Tony Martínez a visitar Biblioavión en Ciudad Hidalgo; único en Michoacán*

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