El hombre del turbocapitalismo está vacío: esto está en su ser-pero se piensa para los demás de forma hiperelaborada. Lo juro: he hablado con amigos que visten espartanamente camisa formal, pantalón que sólo es pantalón, zapatos estándar y les he preguntado el porqué de cada prenda y te quedas sorprendido de su “sencilla” barroquez explicatoria.
Parece antagónica la comparación de estas imágenes pero siempre estamos ávidos de noticias, nuestros ojos demandan lo espectacular, los incendios nos aterran con fascinación desde niños, somos esclavos de lo emocionante; desde antes de las Olimpiadas de los griegos, el circo romano, ya estaban las competencias de fuerza, inteligencia y para impresionar con el atuendo. Como si diera poder. Eso es eterno.
Se comprende perfectamente.
Juan Heladio Ríos Ortega. Ciudad de México.
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