En la esquina
Columna
Por J. Zenosama
Ciudad de México.- Con más pena que gloria el Senador Plurinominal por Michoacán, “el profe” indígena Casimiro Méndez Ortiz, en estos días desarrolla un trabajo cicatero e intrascendente dentro del Senado, distrayendo su ejercicio que le compete y confieren las leyes del parlamento, en calamitosas acciones que ponen en tela de juicio su futuro político, ya que este personaje surgido de los movimientos magisteriales de la voz y el estruendo, en los corredores de la Cámara Alta, se rumora quiere llegar a ser candidato a gobernador o ya de perdis alcalde de su segunda cuna: Uruapan.
Y es que el vecino de la ciudad del paraíso michoacano, lejos de rescatar una labor parlamentaria que contribuya al mejoramiento legislativo que requiere el país de la llamada “Cuarta Transformación”, con actividades de amplio impacto en la cámara a través de su discurso y comisión a la que pertenece, se empeña sagazmente en promoverse entre sus homólogos, regalando a cada uno de ellos, un ejemplar firmado por su autor –por cierto, un familiar de uno de sus colaboradores cercanos- para darse a conocer y tener publicidad gratis.
En tal modo, Méndez Ortiz compró –¿bajo qué recursos?- un libro mediocre en impresión y vacío en contenido histórico (siendo una pura ficción literaria de pésima narración, llena de imprecisiones y andanadas), mismo que se llama “La Guerra”, del michoacano J. Carmelo López Velázquez y que justamente debería ser analizado por los estudiosos tras el riesgo que corre en divulgar este tipo de “¿novelas históricas?” con el público que desconoce realmente el antecedente prehispánico que tuvo la tierra de Lázaro Cárdenas, y que se sujeta a documentos fidedignos y no panfletadas como “La Guerra”.
Es una verdadera pena que el asambleísta michoacano, otrora líder de tendencias magisteriales, no concretice una tarea que enmiende su llegada favorecida por la vía plurinominal y que sin ninguna preparación política, -¡mucho menos de ayudar gestoramente al pueblo michoacano!- advierta sus deseos de llegar a ocupar un cargo de elección popular en Michoacán, aprovechando la posibilidad que le otorga ser un parlamentario más, quien puede ejercer la promoción personal con libros que carecen de trascendencia para la historia real de nuestro país, y para la vida social, actual y política que urge ser atendida en el Senado, y no con “novelas históricas”, de las que se publican a diario, pero que, en este sentido estricto, no permiten un acercamiento real a lo que verdaderamente fue el Imperio Purépecha.
El libro en cuestión al parecer se presentará la última semana de este mes con gastos a cargo del profe Casimiro Méndez. Y convendría preguntarse, ¿en qué medida puede llegar al Senado un trabajo editorial que desvirtúa el origen de los michoacanos bajo una tosca “novela histórica”?.
Así las cosas con el senador purépecha, un político que se ha vuelto además fatuo y sectario, quien por cierto se promoviera en sus redes sociales -tras el regalo electoral que tuvo- como un humilde y leal maestro de las clases más necesitadas y el primer político purhembe en llegar a la Cámara Alta, sin darse cuenta que ya han tenido una curul al menos otros tres senadores de extracción tarasca como don Victoriano Anguiano, por ejemplo.
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