Difícil pero inquietante pregunta. Lo es y no lo es. Lo es porque el equipo que trabajó en la película «Roma» está compuesto por mexicanos. Talento puro en distintos componentes: Producción, fotografía, edición, diseño de arte, sonido, vestuario, caracterización, actores, extras, staff, dirección de casting, encabezados todos por la organización diestra del director mexicano Alfonso Cuarón.
Lo es también, y aquí hago una gran acotación, porque el tema, las memorias, surgen del seno de una familia mexicana, del contexto de principios de los setentas en la Ciudad de México. La materia de trabajo va del microcosmos al macrocosmos de un país. Una parte del vivir de nuestro país visto por los recuerdos de Cuarón y en específico del acontecer de vida de su nana, la empleada doméstica «Libo», en la película llamada «Cleo». Magníficamente interpretada por la oaxaqueña de Tlaxiaco: Yalitza Aparicio.
Lo es también porque el amor al cine por parte de Cuarón nace en México. En los cines de su Colonia Roma, en los sitios y en la historia de su contexto que le musitaron inquietudes que se cristalizaron en imágenes cinematográficas posteriores. Un artista se gesta en las entrañas de una tierra y ella clamará siempre en su quehacer, lo importante y significativo es que Cuarón narra su «Roma mexicano», y se convierte en profundamente global. Como decía el escritor ruso Toltstoi: Descríbeme a tu pueblo y serás enormemente universal.
Podríamos decir con mayor precisión, que «Roma» es un triunfo para la cultura mexicana y para un grupo de mexicanos que recrearon en arte una memoria. La memoria es recrear la vida. Es hacerla nacer y analizarla, sentirla nuevamente en toda su potencia. Cuarón habló al paraíso de vida de mucha gente. Ahí reside la grandeza de su cinta y de su logro conjunto.
Es una distinción para el cine mexicano, por los directores que influenciaron el imaginario creativo de Cuarón, pienso en Felipe Cazals y su película «Canoa», a la cual ha referido el premiado, por los «Golden Globes», como una cinta que lo impresionó en su juventud.
Un premio sí, para el cine mexicano de calidad, ese de tesón, de lucha, de cineastas y maestros talentosos que influenció en Cuarón, pero no confundamos el triunfo individual con espejismos. El cine mexicano, sobre todo actual, y no en todos los casos por supuesto, es penoso. Basta ver las vacuas propuestas revestidas con el nombre de «comedias».
Ojalá «Roma», sea la inspiración para muchos cineastas mexicanos, que sea un espejo de rigor, de exigencia, de creatividad, de reflejo de nuestro país para analizarlo y por qué no, transformarlo. Ojalá «Roma» sea la punta de lanza para un mayor apoyo al cine de calidad mexicano, en su producción, distribución y exhibición. Ojalá «Roma» sea impulso para muchos talentosos y persistentes cineastas que hacen cine sin mirar a la cartera, sino que van al meollo de las entrañas y el pensar de un espectador. Deseable es que ese tipo de cineastas puedan vivir dignamente de su creativo trabajo.
Ojalá «Roma» fuera la utopía alcanzable: que el público mexicano vea y crea en la calidad de nuestro cine. Por desgracia es muy poco el trabajo destacable en nuestra cinematografía actual. Necesitamos muchas Romas para volver quizá a gozar del público mexicano viendo su propio cine.
Yo como amante de nuestro cine mexicano celebro el triunfo de Cuarón y su creativo equipo. Creo fervientemente que es un triunfo a nuestro respirar resaltante de valores. A nuestra cultura, que no es otra cosa que la vida. «Roma» es orgullosamente parte de la historia del cine mexicano. Sus pasos ya poseen los ecos universales. El tiempo nos dirá los logros de raíz para nuestro cine mexicano. Por lo pronto «Roma» logró que por medio de las plataformas, «Netflix», que una película mexicana sea vista mundialmente; y eso es mucho decir
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan.
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