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¡Estoy tan cerca que no me ves!
Los nadie, están tan cerca pero no los vemos. Son sombras que miramos de reojo, con cautela, aprisa, con temor e indiferencia. Pocos son los que por compasión o conciencia voltean a verlos y hacen un acto de bondad y caridad dándoles un pan, una cobija o unas monedas. Los marginados, excluidos de una sociedad absorta en la modernidad.
Los nadie, los conocedores del hambre, porque sólo el que la padece conoce su sabor. Ellos saben distinguir entre un pan duro que sacan de un bote de basura y uno que le dio una mano amable por caridad. Lo disfrutan poco a poco como el manjar que no quieres que se acabe. Cualquier cosa es buena para mitigar el desvanecimiento por falta de comida. Sus mejores bebidas muchas veces son el agua de una fuente pública. Por eso, quien más puede hablarnos de hambre si no es aquel que la conoce porque la ha vivido y padecido.
Los nadie, a los que les gusta la primavera porque los arropa, pero el invierno es su mayor tragedia. Si alguien ha sentido el escalofrió que entorpece y confunde, y como los músculos se van entumeciendo y el estómago empieza a temblar llegando poco a poco la hipotermia por ese frio intenso que cala hasta los huesos son ellos. Los nadie, los que viven en las calles, los que su cama es una banca de un parque o una banqueta y su cobija un manojo de periódicos y cartones para mitigar el frio. Aquí no hay edades, diferentes circunstancias son las que orillan un ser humano a quedarse en la calle o en un alberge temporal. Pues muchas veces son familias enteras las que viven en estas condiciones, buscando la supervivencia, y algunos mueren en el intento.
Para los nadie pocos son los que tienen atención médica, y por sus condiciones bien pueden morir de una hiportermia o una enfermedad que no se pudo atender.
Los nadie, los sin techo, sin hogar, los marginados. Para ellos no hay religión que los acoja, pues son estorbo, vergüenza social. Ni gobierno que los proteja, pues ellos son los más expuestos a los males sociales como la delincuencia.
Los nadie, sólo son sombras que deambulan entre nosotros a los que no nos atrevemos a mirar por temor a descubrir en su mirada la injusticia humana. Aquéllos a los que es preferible ignorar porque nos comprometen a dar un poco de sí. Aquéllos a los que solo a distancia estiramos la mano para darles una moneda sin atrevernos a tocarlos con un saludo de mano por temor a contagiarnos de miseria.
Ellos los nadie, están ahí sin techo, sin comida, ignorados por una sociedad indiferente, que no ve ni escucha, solo juzga.
Se necesita crear conciencia y propuestas sociales y de gobierno para ayudar a quienes no tienen un lugar donde vivir.
Nos hemos olvidamos que ellos igual que nosotros son hijos de dios.
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