A las mujeres de México, cuyas cualidades resumen la virtud más firme y la emotividad más valiosa, correspondiente también un superior cometido. La vigilancia del patrimonio moral que alienta en los hogares mexicanos y les da estabilidad, es indispensable para conservar y enriquecer la consistencia del núcleo familiar. Somos un pueblo que ama sus tradiciones y que jamás ha renegado de sus creencias. Así queremos y debemos seguir siendo. De las mujeres depende del constante mejoramiento espiritual de los mexicanos, pues es en el hogar donde el niño, hombre del mañana, recoge y atesora los valores permanentes: el sentido de la dignidad propia y el respeto de la dignidad ajena; el concepto de la cohesión familiar: el amor a la Patria como hogar común; y la aspiración de grandeza social por la senda de la rectitud, la integridad personal y la responsabilidad pública. De los hogares que encauce una mano maternal firme y generosa, de nobles sentimientos y ardientes ideales, saldrá siempre un pueblo mejor, que honre a México y afine el perfil de sus anhelos.
La mujer llega por primera vez a una campaña presidencial con la plena ciudadanía que le fue reconocida por la Revolución en un acto de justicia y de dignificación memorable. El derecho al sufragio no la arranca de la familia para llevarla a la política, sino que lleva al hogar la compenetración profunda de los grandes problemas nacionales y la reflexión diaria sobre los asuntos que a todos competen. Probara una vez más que ninguna predica tendenciosa y ningún señuelo falaz podrá tocar sus más íntimos sentimientos ni desviarla de su hogar ni de su pueblo. La mujer será un ciudadano que labora por México; no debemos distinguirla del varón sino para honrarla más”.
Adolfo López Mateos.
Discurso, Enero de 1957.
Imagen: Two Women, 1929 por Frida Kahlo.
De: “Textos y pensamientos del nacionalismo mexicano”, SCOP, México, 1978.
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