Los intelectuales comprometidos con lo social, en tanto no sean orgánicos a los «indignados», «pobres», «marginales», «muertos de hambre», como lo entendían los bolcheviques y los gramscianos, van diluyendo sus iniciativas que uno lee en los periódicos, en sus libros y ahí quedan.
Cuando sucedió el levantamiento, la sociedad civil nacional, no estábamos consolidados para crear una intervención política que repercutiera a nivel legislativo o judicial y se escribieron miles de páginas justas, honradas, comprometidas…pero fue como un fenómeno implosivo, sólo en algunos estratos sociales se ahondó la comprensión de los indígenas de Chiapas y en otros estados de la República.. Y cooperábamos materialmente para el movimiento, mandábamos comida, ropa, un poco de dinero, pero eso no tuvo relevancia a la larga.
Lo vivimos como un fenómeno mediático. Las mujeres estaban enamorada de Marcos y todos indignados por la situación de los indígenas, principalmente de Chiapas, pero hasta ahí llegó todo.
Lo que me asombra es cómo la razón de Estado-Gobierno, copta, diluye, corrompe, aletarga toda propuesta legislativa para cambiar la situación de los indígenas. Los Acuerdos de San Andrés han sido boicoteados a mansalva por todos los intereses que hay en en Chiapas para no cumplirlos.
Obvio que no incidimos en nada a la larga para mejorar la situación en Chiapas, porque no podemos, porque no es asunto de voluntad, marchas y mítines: es el trabajo histórico de solidaridad de clases entre clases para modificar gradualmente las injusticias.
Es que nosotros, estamos vitalmente alejados de esa realidad de espanto; fuimos beneficiados por los logros sociales de los gobiernos revolucionarios: uno está vacunado, educado, sano, bien nutrido, tiene trabajo…y aunque nos «indignemos» por el genocidio chiapaneco–lento y que ha durado siglos–no nos toca, no nos afecta en lo material. Por eso la insistencia de los marxistas de desclasarse de participar orgánicamente en la facticidad de lo político-social, en lo organizativo, por eso ellos siempre son vanguardia y caen en el ultraizquierdismo: piensan que lo que es éticamente correcto DEBE de cumplirse; traen una concepción radical y se quedan solos. ¿Te acuerdas que pensaban que en 1994, en vísperas de las elecciones presidenciales iba a haber alzamientos nacionales en cadena por la situación Chiapas, y que la misión de todos era, en conciencia, y en los hechos, apoyarlos? Vinieron las elecciones y el país miedoso y sin formación política votó por Zedillo y los que votamos por la izquierda, por Cárdenas, como era lógico perdimos. Y la izquierda tan radical y furibunda aseveraba que votar era perpetuar el oprobio.
Somos privilegiados, somos los honrados beneficiados de la revolución y sólo ciudadanos con civilidad y es todo: si no se organiza la sociedad civil para incidir en lo legislativo y judicial, casi nada cambia.
Las comunidades zapatistas, casi están igual que hace veinte años en cuanto a estadísticas negativas de morbi-mortalidad, escolaridad, productividad y con profundas divisiones internas.
Juan Heladio Ríos Ortega.
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